Muchas veces he escuchado las frases: “con el teletrabajo equilibramos nuestra vida personal y laboral”, “reducimos tiempos en desplazamiento”, “apropiamos el uso de diferentes canales de comunicación”, o “disminuimos la aparición de factores de ansiedad o estrés”.
Sin embargo, aunque lo anterior si bien es cierto y se podrían considerar como la base fundamental para teletrabajar, es importante tener en cuenta que a nivel personal es necesario afianzar algunos hábitos, lo cual no es fácilmente digerible en un sistema acartonado por viejas costumbres. En ese sentido, es indispensable estar convencidos sobre los motivos que lo llevarán a teletrabajar y ello implica revisar con qué herramientas cuenta y qué hábitos estaría dispuesto a transformar.
Por lo anterior, apreciado lector, si se encuentra leyendo este blog y hace parte de los que se preguntan: “¿cómo hago para percibir los beneficios del teletrabajo?”, “¿ me cuesta mucho esfuerzo adecuarme?”, pero sobre todo «¿cómo puedo cambiar o reemplazar mis hábitos o afianzarlos?», le entrego las siguientes recomendaciones.
Hágase un autodiagnósitco. Sea muy franco con usted mismo sobre sus hábitos y dificultades, logre identificar cuáles han sido los principales obstáculos o situaciones que lo desmotivan y afectan en su día a día para teletrabajar. Al realizar el análisis, si encuentra que la mayoría de motivos se generan por falta de voluntad, pierde rápidamente el interés en sus actividades, se le dificulta organizar y priorizar sus pendientes o ha perdido el contacto con las personas y no encuentra motivos para seguir teletrabajando, le presento varios aspectos que podrán serle muy útiles en la adaptación al teletrabajo:
Enfoque sus esfuerzos en la organización de las tareas, teniendo en cuenta, “diferenciar lo que es importante de lo urgente, para comprender la calidad de las decisiones y acciones en el día a día”. Por medio de una agenda física o cronograma web, distribuya lo que tiene para hacer al siguiente día, incluyendo actividades que quedaron pendientes de la jornada. Dentro de esta programación recomiendo:
- Distribuir tareas por horas, con el fin de estimar cuánto tiempo invertirá en cada actividad y así tener una mejor optimización del día.
- Identificar espacios muertos. Posiblemente pueda atender situaciones inesperadas o urgentes a las de su agenda habitual, esto lo ayudará a adaptarse fácilmente a situaciones que podrían causarle estrés porque no las esperaba.
- Establecer pausas activas de cinco a siete minutos en intervalos de cada dos horas de trabajo. Notará los cambios inmediatamente, ya que a pesar de que nuestro cuerpo trabaja de acuerdo a la cantidad de horas que le podemos exigir, al finalizar el día, notará que cortos y rápidos estiramientos en manos, brazos, piernas, cuello le ayudarána no sentirse agotado físicamente.
- Respetar un horario fijo de almuerzo. Esto es una de las cosas que más nos cuesta cuando estamos habituándonos al teletrabajo, porque a veces nos resulta difícil despegarnos en una hora puntual del trabajo, por ende es clave hacerlo parte de su agenda; su cuerpo será el primero en agradecerlo y el segundo, su potencial para el resto del día.
- Establecer tiempos activos. En caso de que concentrarse en una tarea le lleve más de dos horas y le genere problemas en el cumplimiento de algunas responsabilidades, dedíqueles espacios diarios cortos, precisos y en horas en las que usualmente se considere, está más activo de lo habitual.
- Ejercitar la mente y el cuerpo. Si no es amigo de hacer ejercicios con regularidad, empiece por salir a caminar antes y después de la jornada durante 30 minutos. Esta rutina le traerá beneficios como disminuir en 20% el riesgo de contraer una enfermedad cardiovascular; reducir el riesgo de sufrir deterioro cognitivo o problemas de concentración, memoria y pensamiento; mejora el estado de ánimo, reduce la tensión y estrés; y disminuye el insomnio.
Liney Fonseca
Comisión Asesora de Teletrabajo
Corporación Colombia Digital
*Imagen tomada de Getty Images