Las frijoladas en la casa de mi mamá son un motivo de reunión y un espacio para que la polémica entrelace más esos vínculos que constituyen la fraternidad familiar. Mientras servían las viandas ese mediodía, al fondo se escuchaban las noticias de la radio cuando de pronto la bomba cayó sobre la mesa: “Un nuevo período en la medicina colombiana comenzó este sábado con la puesta en marcha del robot Da Vinci. Se trata de una máquina de cuatro brazos, utilizada en operaciones de próstata, ginecológicas, intestinales y bariátricas, que proyecta imágenes en 3D y es maniobrada por el médico a través de controles ubicados en la misma sala”.
— ¿Qué? – Dijo mi mamá mientras me sentaba a la mesa – Es el colmo, ahora todo tiene que ser con máquinas y aparatos. Usted como es uno de los que defienden eso, mijo. Ya no piensan en los que somos clásicos, si ve que hasta el Papa, quiere que no recemos, sino le enviemos nuestras peticiones a Dios por Internet.
— Mamá, los tiempos cambian y las TIC facilitan en mucha cosas la vida – le dije en tono conciliador y comprensivo.
— Claro, a ustedes los que saben manejar esas vainas. No sé cuál es la gana de complicarle a uno hasta la ida al médico-me dijo en tono acelerado. Mire a esa gente que termina adicta a la tecnología y no viven sino para eso –reposto con actitud desafiante.
— ¿Cómo quién? -le preguntó mientras me pasaba mis fríjoles.
— ¿Qué quién?, mire a sus sobrinos pegados a toda hora a ese “esbos” o para más señas a su tía con tantos años y ahora que estuvo hospitalizada hizo que le llevaran el bendito portátil -martilló ella.
— Mami, la tecnología facilita la vida. O si no mire desde cuanto hace que no hago fila para pagar los servicios del apartamento o la planilla unificada – le dije, mientras ganaba tiempo para pensar que más decirle- Imagínate lo beneficioso que ha sido la tecnología en nuestras vidas: televisión satelital, llamadas nacionales e internaciones, rapidez en la comunicación, mejores herramientas para la educación –
— A ver, entonces dígame en que va ser mejor que me atienda y ausculte una máquina cada vez que voy al médico- agregó en tono desafiante.
— No tienes del todo la razón –le respondí- ya que los robots “ayudarán” a que las cirugías se renueven y las operaciones donde participan una docena de profesionales médicos en el quirófano, sean realizadas por sólo dos o tres. El resto lo hace tu médico tradicional –
— Claro, más desempleo para cirujanos y enfermeras. Pero entonces: ¿Quién le asegura al cristiano que está en la camilla anestesiado que el robot no va a fallar y lo deje a uno mocho. Recuerde mijo: Los médicos también se mueren – sostuvo en tono pausado.
— Vieja…al Dr House también se le mueren los pacientes -le respondí con sarcasmo- Se estima que en el mundo ya hay cerca de 2.000 equipos de esta clase y el Da Vinci adquirido por Marly es el sexto en nuestro continente –
— ¿Da Vinci? –
— Sí, se llama como el inventor y es tecnología muy exacta, más armónica y más delicada, como los brazos de un artista, así que todo cirujano contaran con una extensión de sus brazos y serán guiados por los movimientos de sus brazos cuando interviene a un paciente.
— ¿Pero sabe si han fallado? – Comentó mientras señalaba mi plato para indagar sobre si quería repetir.
— No ha fallado y en cuanto a los fríjoles claro que sí -le dije- Están deliciosos.
— Pues si quiere más: traiga la extensión robótica de sus brazos para que le sirvan, porque estoy cansada –
Desafortunadamente, no pude repetir. Me dio pereza levantarme y deseé mucho la aparición súbita de una Robotina (como la de los Supersónicos) para que me ayudara en todo. Aunque muy seguramente, a mi mamá no le parecería tan buena mi idea.
Imagen tomada del siguiente enlace:
Álvaro Rodríguez
Asesor Proyectos Educativos
Corporación Colombia Digital
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