El adagio popular reza que ‘el que piensa pierde’, lo triste es que con la pobreza de contenidos que se encuentran viralmente en la Web lo que perdemos es la capacidad de pensar.
¿Cuántas veces al día ve la misma noticia replicada una y otra vez por cada uno de los medios que sigue a través de sus redes sociales?, ¿en cuántas de éstas el contenido es relevante o aporta información adicional?, y para rematar ¿cuántas están bien escritas?
En el 2000 fue publicado el éxito en ventas ‘No me hagas pensar’ de Steve Krug, gurú de la arquitectura de información y de la usabilidad para la Web. El resumen de la publicación es justamente ese: si trabajas en Internet intenta que los usuarios no tengan que pensar. Lo triste es que esta noción parece haber migrado de las interfaces hacia los contenidos.
No tengo nada en contra de los contenidos creados para ser virales, algunos hasta me conmueven o me hacen reír; sin embargo, mi dilema aparece cuando con una mirada rápida a lo más visto, los reyes son multimedia pobres en lenguaje y profundidad.
En una era en la que el conocimiento está al alcance de la mano, la mitad del mundo está conectado a Internet (mientras el resto se preocupa por resolver el hambre antes que la brecha digital) y quienes estamos en línea podemos acceder a recursos ilimitados de formación; por lo que resulta desconcertante ver cómo los ideales de interconexión y de conocimiento libre promulgados por la Sociedad de la Información se resumen en que no vemos ni la punta del iceberg que es la Internet.
“De acuerdo con una investigación conducida por la Universidad de Berkeley en California, en 2003 la Web (superficial) contenía aproximadamente 167 terabytes de información. En contraste, la Internet profunda se estima que contiene 91.000 terabytes de información, lo que corresponde a 500 veces más el tamaño de la web superficial. Esto significa que el tradicional sistema de búsqueda basado en enlaces no está rastreando el contenido del 99% de la Red”, señala el investigador del MIT Brian Wai Fung, al tratar sobre algoritmos para Web profunda.
Sígale restando a esta ecuación y tenga en cuenta que según Google el 30% de los contenidos online son duplicados, tanto así que los resultados de las búsquedas hechas a través de la ‘gran G’ son agrupaciones de contenidos donde se destaca únicamente el más visto – o de mayor prestigio – entre todos los similares (por no decir los copiados).
Si todavía no le parece grave, siga mirando hacia el abismo de los contenidos mal escritos, con errores de ortografía y gramática, sin fuentes y hasta con plagios.
Un grupo dentro del mar de productores de contenidos digitales se toma demasiado en serio aquello del ‘no me hagas pensar’ y está convencido de que el lector no necesita pensar, es más, que no piensa, y en consecuencia puede aceptar cualquier sarta de palabras publicadas en blogs personales y grandes medios.
Escritores digitales, el respeto por el lenguaje y por el lector ha de ser el pilar de nuestras producciones; consumidores de contenidos, pensemos, así la Web haga su mayor esfuerzo porque no lo hagamos.
Adriana Molano Rojas
Comunicadora Social – Periodista
Especializada en Gestión Cultural
Corporación Colombia Digital
*Imagen tomada http://agriol2012.blogspot.com/2011_05_01_archive.html