Con seguridad en más de una ocasión, nos hemos encontrado en situaciones en las que hemos pensado que lo que estaba sucediendo era injusto y probablemente nos hemos sentido incómodos, molestos y en el lugar equivocado. Seguramente también nos ha sucedido que al darnos cuenta frente a una situación que considerábamos justa, alguna otra persona pensaba lo contrario.
De ahí la pregunta ¿Qué es justo y que injusto? y la dificultad que existe de definir el concepto de Justicia. Los principales problemas que surgen al pensar sobre este término recaen, hasta cierto punto, en lo que se considera bueno o malo, es decir que se dificulta el proceso de encontrarle un significado universal e incluyente, ya que generalmente se identifica lo justo y lo injusto con aquello que es ético y moralmente correcto e incorrecto; y estas percepciones tienden a variar de acuerdo al contexto donde se desarrolla el ciudadano: El conocimiento y la interpretación del marco constitucional y legal explícitamente adoptado en el país, la coherencia a la hora de lo que se dice y se hace por medio de las reglas que impone la moral y por último las reglas culturales compartidas, que dan identidad como nación. Otro aspecto para tener en cuenta es que la percepción de justicia depende hasta cierto punto de las consideraciones que se hagan al grado de afectación de la decisión justa o injusta y los resultados que estos generen para nuestro beneficio.
Ahora bien, ¿cómo formar a una generación de ciudadanos digitales que apliquen la justicia?: Una primera propuesta partiría del hecho de formar desde un conjunto de normas de comportamiento que busquen que siempre se este en el marco de lo legal en el buen uso y apropiación de la tecnología como herramienta cotidiana, en procura que esta, no atente, ni vulnere los derechos de los demás; esto va enfocado al derecho de la intimidad, del respeto hacia el otro, de dejar a un lado el copy-paste, el plagio y la piratería.
Un segundo elemento tendría que ver con la transversalización de programas enfocados en la Cultura de la Legalidad, con herramientas tecnológicas que permitan que los usuarios entiendan y comprendan las normas, las interioricen y las multipliquen ayudando de esta forma a erradicar y superar la anomia (situación que deriva de la carencia de normas sociales o de su degradación). Además de entender el desarrollo y sentido de la formación del Estado de Derecho y del respeto como principio de convivencia pacífica.
Por último es importante que a través de las TIC se busque informar, denunciar, transformar pero sobre todo enseñar, sin convertir el ejercicio de la participación democrática o la interpretación de la Justicia en un “Talk Show” o en simulaciones subjetivas e incoherentes de cualquiera de los procesos que diariamente ocurren en el país.
Es en este punto donde todos tenemos la responsabilidad social de jugar un papel de verdadera Ciber- Ciudadanía, donde el aprovechamiento de la infinidad de recursos que nos brinda la web 2.0, en un porcentaje alto las redes sociales, los espacios opinión periódicos digitales, de la Tv y Radio, que al final de cuentas podrían convertirse en la catapulta de la consolidación de una sociedad más definida y vivible, no se quede en el instante “pasional” y de impacto colorido, más por la descontextualización, la impulsividad, la demagogia politiquería y el oportunismo mediático, que desvía y no permite que la comunidad logre entender que existen derechos y valores para decidir que procedimientos son justos o no y lo más importante que todos somos libres de escoger y decidir.
Álvaro Rodríguez
Consultor Conexión Total
Corporación Colombia Digital
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