En Colombia falta para contar

La humanidad tuvo las revoluciones árabes como ejemplo del uso de redes sociales para coordinar esfuerzos y organizar una nación en pro del cambio. De Egipto se dijo mucho con los blackberry’s y los vídeos surgidos de la población, primero para tocar a la ciudadanía, luego para coordinarla y luego, por lo importante que fue el flujo de información para los medios. De Túnez, casos memorables como el de Lina ben Mhenni sentaron precedente frente a los medios temerosos y tocados por la política, reafirmando el periodismo ciudadano. Incluso, hubo una corresponsal falsa que retransmitía sucesos desde Colombia al mundo, a través de Twitter.

Esos datos son memorables porque nos ayudaron a creer en algo. ‘Los indignados’ en España y las grandes marchas de Occupy: Wall Street, que fueron organizadas eficientemente haciendo presencia en Internet, creando controversia e informando al resto de la comunidad internacional siendo para nosotros un referente más cercano. Acá, tuvimos el Corzotón y quedó claro que la dignidad de cada Senador funcionaba con gasolina. Parecía claro antes, pero el valor del nortesantandereano es ejemplar, porque son cosas que sólo le creen a las fuentes oficiales.

Y bueno, Gustavo Bolívar propuso la Corzotón a través de Twitter, Daniel Samper Ospina y miles de colombianos con gran despliegue de humor se encargaron de la difusión logrando que la campaña fuera todo un éxito, gracias a que cientos de twitteros colaboraron con la causa. En mi caso personal, recibí un mensaje de texto siendo invitado a la marcha porque no tenía Blackberry. Mucha gente marchó con un billete y consignas creativas. Con el tiempo, ese decreto se logró sepultar.

En ese momento pensé que aquella movilización fue tan solo una victoria corta, porque se pudo haber denunciado más ya que ese tipo de sucesos se pueden contar en un simple tweet. Sí, hubo muchos artículos en Internet, links retwitteados, clips de vídeo y audio, pero la esencia del mensaje se pudo haber contado brevemente y no era necesario entender que los políticos son corruptos y perezosos.

Entonces, pasó (y sigue pasando) lo de la Reforma a la Ley 30, o volvió a pasar, porque sabíamos que algo no estaba bien, y con ello las cosas cambiaron un poco. Fue una dicha ver tantos vídeos que explicaban cómo podía operar el proyecto de ley, fue una dicha escuchar voces apoyando el retiro de la reforma. Fue un genuino orgullo ver cómo Colombia participaba en una sacudida mundial en sincronía por una causa justa y definitoria también. Ver las marchas funcionando, e incluso siendo opacadas por los medios (así como en Estados Unidos con Occupy: Wall Street) fue otro indicio de que las cosas iban bien, pero nos quedamos cortos de nuevo.

Se rompió el paro sin consenso en las universidades y no hubo tiempo para construir una contrapropuesta apropiada; algunas discusiones se alargaron demasiado y el tema ya no pasa por la cabeza de la ciudadanía como solía ser, y como debía ser. La discusión se limitó a la reforma de la Ley, en vez de ocupar estadios más importantes: ni se mencionó a la educación técnica, ni se involucró a la ciudadanía (no estudiante) en la inversión nacional que el país debe hacer en sus estudiantes. ¿No suena conocido acaso el descuento estudiantil en pasajes, comidas, arriendos y demás? Los compañeros de la universidad pública aún siguen estudiando gracias al desfase del paro; algunos saliendo en febrero para entrar en marzo; y muchas personas ni terminan de leer artículos de la MANE para seguir a otros enlaces más interesantes.

En este momento me debato entre decir si aún los colombianos somos tan serviles como para responder que sí, cuando ‘papá gobierno’ dice que hay que volver a estudiar porque se pierde el semestre. O si decir que aún no estamos para revoluciones distintas a las que se puedan hacer a través de tweets o vídeos, que nuestro soporte delata nuestras limitaciones, pero que hay esperanza porque vamos de pa’rriba sabiendo que se pueden contar historias cada vez más largas. Acá nos morimos por hacer de las TIC un motor de cambio, pero… ¿Cuándo?

Camilo Gonima

Estudiante Comunicación Social y Periodismo UAO

Bloguero invitado portal web Colombia Digital

Mirando Alrededor

*Las opiniones y argumentos de esta publicación corresponden únicamente a las ideas expresadas por el bloguero y/o usuario. Por tanto, no corresponden a las de nuestro portal web Colombia Digital.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.