Grupos de personas con sus portátiles y un café es la escena más común en la tienda Juan Valdez ubicada en el sector ‘El cable’ de Manizales. Durante una tarde tuve la oportunidad de ver transitar a jóvenes, niños y adultos que permanecían durante espacios de una hora, o por lo menos ese fue el promedio de tiempo que calculé, donde la gente aprovechó el lugar para conversar, reír y distraerse.
Unos se iban para dar espacio a otros que llegaban con sus propios intereses. Durante esa tarde de teletrabajo fue imposible no escuchar frases de conversaciones dadas en las mesas vecinas, unas románticas, otras de despecho y del rencuentro de viejos amores. Sin embargo, los diálogos que cautivaron mi atención se relacionaban con transacciones comerciales, entrevistas laborales, investigaciones, seguimiento a equipos de trabajo, entre otros, en los que el uso de artefactos tecnológicos entraban a la escena como mediadores en procesos de socialización.
Representaciones estéticas a través de cámaras fotográficas, ejercicios colaborativos con tabletas y PC, solicitudes de pedidos y rutas de mercancía estética por medio del celular; charlas de rencuentro con amigos del extranjero vía Skype, entre otras situaciones.
Sentirse rodeada por desconocidos y verlos en una actividad similar a la mía fueron elementos claves para volver a la concentración, cuando se perdía por momentos cortos en los que la tecnología aparecía con el fin de darme ideas e insumos para crearles este relato.
Esa tarde aprendí que la motivación hacia el uso de Internet y el buen café son un interés compartido por más manizaleños de los que pensaba y que estar en lugares abiertos para estudiar y trabajar no necesariamente obstaculizan la concentración, sino por el contrario agudizan la creatividad y la innovación.
Eugenia Vallejo
Coordinadora proyecto Fundación Telefónica
Corporación Colombia Digital