Cuando hablamos de “miopía” nos referimos a la dificultad que tiene una personas para enfocar de manera idónea aquellos objetos que se encuentran lejos, por lo cual, todo aquello que se encuentre en un rango de visión cercano se ve con claridad mientras lo distante tiende a ser borroso.
Partiendo de esa premisa, en esta oportunidad quiero referirme a esa condición o deficiencia visual pero en relación a las empresas. Así es, las organizaciones también padecen de miopía y como en el caso de las personas, su principal síntoma es generar una limitación en la capacidad de visión a larga distancia.
Las empresas al igual que las personas tienen ciertos ciclos o etapas que se van desarrollando a lo largo de su vida. Primero se crean, luego crecen, posteriormente llegan a una etapa de madurez y…
El siguiente paso depende de las decisiones que se tomen y puede ser tan predecible como variable, ya que ese ciclo puede culminar con la finalización o cierre de la empresa o bien el siguiente paso, de la mano de una buena gestión puede convertirse en un nuevo momento de crecimiento y expansión.
¿De qué depende eso? Es muy simple, cuando las organizaciones llegan a su máxima etapa de maduración, generalmente han creado estándares que se aplican día a día, como por ejemplo, que han encontrado su zona de confort y por ende tienden a “estancarse”. Esto en el corto plazo no significa algo negativo, lograr una estabilidad empresarial puede ser un objetivo difícil de alcanzar y por ello, es que no se hace menos para no perder, ni se hace más para no arriesgar. Sin embargo esa comodidad, esa estabilidad, no significa tampoco un síntoma positivo, ya que cuando se consigue aquel punto, las empresas tienden a bajar la guardia y a largo plazo se convierte en un riesgo de pérdida.
Es allí cuando empezamos a hablar de miopía al interior de las organizaciones debido a que se autogenera un limitación visual en las expectativas y metas de la compañía, se reduce el campo de visión respecto a lo que se podría y tal vez debería hacer para seguir creciendo, para ser más competitivo. En temas de marketing suele ser muy común, pero puede presentarse en cualquiera de sus departamentos o dependencias.
La miopía en las empresas es como una bomba de tiempo, ya que si no se identifica ni se actúa a tiempo, la organización corre el riesgo de ir a la quiebra. Cuando se padece este mal no se reconoce lo que hace la competencia, no se identifican las oportunidades de negocio y de crecimiento que están alrededor, comúnmente no se innova, no se generan nuevas ideas, etc.
En términos de mercadeo, uno de los principales síntomas de que una empresa sufra de miopía es cuando al evaluar las prioridades de la organización encontramos que se trabaja en función del producto y no de las personas ni el mercado.
Uno de los más grandes errores que puede cometer una empresa es no darle rienda suelta a sus procesos creativos y de innovación. Cuando un producto o servicio es introducido en el mercado, cuando se ha ganado un segmento de público, cuando se logra posicionar tanto al producto como a la marca, suele suceder que las organizaciones bajan esa fuerza de empuje con la que alcanzaron tales logros y entonces dejan de ser competitivas ya que pierden oportunidades al identificar lo que los usuarios quieren. En ese sentido, el objetivo debe apuntar hacia las personas, no hacia los objetos.
Las zonas de confort limitan las oportunidades de crecimiento de las organizaciones y ralentizan la actividad en su fuerza laboral, en los empleados y en los usuarios. El problema radica en que a corto plazo se ven buenos resultados, pero luego de un tiempo (largo plazo) se corren riesgos de cara a lo que la competencia está haciendo, entonces se pasa de la estabilidad al decaimiento.
Para evitar la miopía en nuestras empresas lo ideal es empezar a pensar y crear las estrategias de mercadeo con un direccionamiento hacia los clientes, vistos como usuarios, como personas y no como compradores. Es importante identificar las necesidades y gustos de nuestro público lo cual más adelante se traducirá en nuevas oportunidades, nuevos productos y servicios, más y mejor calidad, fidelización, etc.
Pensar las estrategias orientadas a los clientes, constituye una gran oportunidad de generar crecimiento constante, ya que el público es cambiante y si estamos observando con detenimiento las posibilidades de estancarnos, estas podrían ser cada vez más reducidas.
Sufrir de miopía en las organizaciones es sencillamente no ver más allá del rango cercano, no interesarnos por lo que hacen otros en pro de mejorar nuestros procesos y estrategias. Ser miope en términos de mercadeo es no atreverse a apuntar a nuevos segmentos; es ver los productos como la clave del negocio, es no considerar al usuario final como la base de la organización.
Ser miope es no atreverse a mirar desde otro punto de vista a nuestra organización, es limitarse a creer que las cosas como se hacen actualmente (independiente de si están muy bien) están hechas de la única y mejor forma.
La clave está en dar alas a su negocio y a sus estrategias, es ponerse en el lugar de los usuarios, es saber qué pasa a su alrededor, qué hacen los demás y cómo usted lo puede mejorar.
Cristhian Herrera
Comunicador Social – Community Manager
Corporación Colombia Digital
*Imagen tomada de Getty Images