Nunca antes lo había tenido tan claro. La televisión me había mostrado un par de ejemplos que me hicieron sonreír, la literatura tantos otros, pero fue gracias a Internet que realmente supe cuánto me gustaba… (Inclúyase aquí una extensa lista de preferencias adquiridas que conocí gracias a paseos por el ciberespacio).
Diseño de interiores, gastronomía exótica, lo “kitch”, lo bizarro, las historias de superhéroes, la cultura tradicional, el sarcasmo, los memes… todos ellos me fueron presentados a través de Internet y me pregunto si de otro modo hubiese sido tan sencillo poder integrar en una misma pantalla todo lo que me interesa.
Recientemente se me ocurrió pensar en si tengo un ‘hobby’, una actividad que tenga la propiedad de abstraerme del mundo y ofrecerme tanta diversión como desafíos. La respuesta aparente fue, no, pero ahora sé que mi pasatiempo es estar conectada.
Trabajo desde Internet, estudio desde Internet, pero resulta que además de los placeres del mundo terrenal, Internet resulta ser mi mayor fuente de entretenimiento y quiero pensar que no está mal.
Deambulando por la red me he encontrado con grandes hallazgos en textos, imágenes, videos y hasta infografías. Poco a poco, al profundizar mis exploraciones digitales sobre ciertos temas descubrí que para mí, Internet no solo era una fuente documental, sino también un terreno de juego, un escenario para la interacción y un medio para entrar en contacto con los temas que hoy me resultan apasionantes.
Lo mejor es que nunca tuve que esforzarme demasiado para que este ‘hobby’ me diera buenos resultados. Cuando se trata de deportes, bricolaje o pintura, lo fundamental es la disciplina y la dedicación (eso dicen los conocedores), por la misma vía, hacer de Internet un pasatiempo también requiere de la misma consistencia, y entre el oficio y el gusto, estar frente a la pantalla se convirtió en una rutina que sigo con complacencia.
Saber preguntar, afinar el criterio, arriesgarse a dar clic y hasta dejarse llevar por el “tendré suerte” de Google resultan buenas opciones cuando se trata de surcar los mares de información de la transoceánica Red.
No todo es gloria, lo reconozco. Algunas veces la sensación de navegar resulta tan vacía como dejar correr agua entre los dedos. En ocasiones los links parecieran no llevar a ninguna parte y ningún dato es suficiente, supongo que este es el punto en que el ‘hobby’ se convierte en obsesión. Por fortuna siempre encuentro el botón de apagar a tiempo y me reencuentro con otros gustos más tangibles, como la lectura o la visita a salas de exposición.
Otras actividades en exteriores o interiores suponen riesgos. Los deportistas se lesionan y los cocineros pueden quemarse, en Internet el riesgo es doble: el cuerpo se resiente por las tediosas jornadas de inercia frente a la pantalla, mientras que la mente se satura de datos, imágenes y renglones infinitos, pero todo se sobrelleva con la tenacidad de la guardia británica.
¿Qué gano al final? Lo mismo que ganaría alguien que teje, siembra un jardín o aceita un viejo motor, la satisfacción de conocer todos los detalles, incluso el más mínimo, y de saberse dueño de un pequeño espacio donde se puede ser lo que siempre se ha querido sin ser juzgado ni reprochado. Por eso Internet es mi ‘hobby’.
*Imagen tomada de Getty Images
Adriana Molano Rojas
Comunicadora Social – Especializada en Gestión Cultural
Corporación Colombia Digital