Anteriormente, las interacciones estaban basadas en un contexto presencial y físico, dado que las telecomunicaciones eran más costosas y la infraestructura existente no permitía ni rapidez ni constancia. Un telegrama, una carta o una llamada de larga distancia, eran los métodos preferidos hace algunas décadas, pero por su precio y tiempo, sólo las grandes empresas, podían usarlos con cierta frecuencia y darse el lujo de tener sucursales en diferentes ciudades o países.
Hoy en día los celulares e Internet (por solo mencionar algunos ejemplos) han acortado las distancias al punto que ya parece que todos vivimos en una ‘aldea global’, concepto introducido por el filósofo canadiense Marshall McLuhan hacia los años 60. Sus análisis de los medios de comunicación, lo llevó a pensar que gracias a todos los avances que se desarrollarían posteriormente, los seres humanos seríamos los miembros de una sola “tribu planetaria”. Este pensador, se anticipó a su época e imaginó las circunstancias del entorno globalizado en el que ya vivimos hoy.
Gracias a Internet por ejemplo, es posible interactuar con personas en países lejanos y desconocidos o saber más sobre sus entornos por las publicaciones que los habitantes de la “tribu planetaria” realizan. Es muy factible comunicarse en tiempo real, con sonido y video, con seres queridos en lugares recónditos del planeta siempre y cuando haya una conexión a la Red. Y aunque estos hechos nos parecen naturales ahora, en el pasado estas circunstancias fueron retratadas por literatura y películas de ciencia ficción.
Si hay dos herramientas claves que han facilitado que la aldea sea cada vez más pequeña, y por qué no decirlo, productiva, creo que podríamos hablar de la Web 2.0 y la computación en la nube. La primera, como ya muchos lo deben saber, convirtió a los internautas en creadores de sus contenidos. Los blogs se convirtieron en la bandera de esta corriente y nacieron millones de espacios para que la opinión de cualquiera fuera ampliamente divulgada, por lo que el torrente de información se convirtió en un escenario de participación para cualquiera con un computador y conectividad.
El cloud computing o computación en la nube, apareció poco tiempo después. La información, el activo más importante de una persona u organización, pasó de estar en un sitio fijo e inamovible a localizarse en las nubes, en el cielo, en la Red. Los cuestionamientos con respecto a la seguridad de la nube han sido muchos, pero estas herramientas han mejorado considerablemente en este aspecto y podría decirse que no hay nada que temer. Desafortunadamente para los incrédulos, la tendencia parece indicar que todo se hará en la Red de aquí a unos años, por lo que no es bueno quedarse atrás, en el escepticismo y el retroceso de quien no es capaz de aceptar los cambios que se imponen hoy en día.
Los empresarios de hoy y los del futuro andan/andarán en las nubes, en medio de una Red llena de consumidores activos, críticos y que no tragan entero porque tienen armas accesibles y económicas a su favor para no dejarse manipular de quienes fabrican productos o desarrollan servicios. Usted señor empresario, no puede darse el lujo de estar desactualizado: ¿Sabe cómo ponerse al día? Tenemos una recomendación para usted aquí.
Imagen tomada de Getty Images.
Angela Bohórquez
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