¿Qué tan posible es tener un Sistema Nacional de Innovación realmente innovador?

Hace unas semanas la Presidencia de la República, el Departamento Nacional de Planeación, Colciencias y la Cámara de Comercio de Bogotá, como actores locales, organizaron el evento Colombia +Innovadora, evento que propició la reflexión de actores internacionales alrededor del Sistema Nacional de Innovación, y al mismo tiempo sirvió para ambientar la emisión y presentación de la nueva Política Colombiana de Ciencia, Tecnología e Innovación. ¿En qué parte del camino de la innovación estamos?

De entrada, el elemento fundamental de la nueva política, ampliamente reseñado en el evento, es que la innovación ya no se ve como algo lineal y ahora se entiende como algo sistémico y complejo. Queriendo decir con ello que ya no es un proceso lineal y ordenado que se inicia en la investigación (ciencia básica), para pasar al desarrollo (tecnología, prototipado y producción), desembocando finalmente en la innovación (productos, procesos, mercadeo u organizativa, etc.).

En su lugar, la nueva política ve la innovación como el resultado de un proceso colectivo, no-lineal, que resulta de la interacción compleja y sin orden específico, de acciones entre actores al interior de un Sistema de Innovación.

La realidad no es que los procesos de innovación hayan cambiado, lo que ha cambiado es la serie de simplificaciones que se hacen para entenderla por resultar insuficientes para promoverla y materializarla. Por ello, puede ser útil mostrar una buena representación de un proceso de innovación en cualquier área del conocimiento.

Esta representación de la innovación como proceso es útil porque muestra su complejidad, donde en la parte derecha de la figura simboliza la incertidumbre como realidad fundamental, incertidumbre que en los procesos exitosos de innovación se va resolviendo mediante ‘avances’ y ‘retrocesos’ sin orden predeterminado (en los que el error también se admite como parte integral de la innovación), para materializar y estabilizar la innovación buscada en la parte derecha de la figura.

Esta representación didáctica del proceso de innovación está lejos de ser entendida, aceptada y apropiada por los grandes protagonistas de nuestro sistema de innovación, como se desprende del evento:

• Empresarios (empresas, industrias y sectores): contrario a nuestro imaginario de la gran calidad de los gerentes colombianos respecto a los demás de América Latina, un estudio de McKinsey muestra que, además de ser irreal y contrario a la realidad, es totalmente nocivo para promover la innovación y suscitar las transformaciones necesarias de la competitividad que nuestro país requiere.

• Academia (educación superior y educación en general): el tema de la pertinencia de conocimientos, saberes e investigación, es una condición fundamental para nutrir los procesos de innovación, debido a que la innovación siempre tiene lugar en contextos específicos de aplicación. En la medida en que la incertidumbre inherente al proceso de innovación sea resuelta a partir del entorno y sus actores, tal proceso será trascendente tanto para el entorno como para la innovación en sí misma.

• Estado: la realidad es que en el tema de política de innovación, sistemas nacionales de innovación y similares, las últimas dos décadas en nuestro país han estado más a tono con las modas promovidas por tecnócratas y consultores internacionales que por nuestra propia realidad y capacidades. El Departamento Nacional de Planeación presentaba que actualmente nuestro sistema cuenta con 128 instrumentos para apoyar y financiar la innovación. Lo que muestra, al menos, una cultura de Adanismo (desconocer, no solo, lo anterior sino también, a los demás).

Si la innovación, como proceso, es una realidad aún esquiva dentro de nuestro Sistema Nacional de Innovación (SIN), lo es mucho más a nivel regional y sectorial, donde, como se señala en la nueva política de CTI, el contexto de capacidades y recursos son menores, a la vez que más específicos.

Vale la pena suscitar la reflexión para los países de América Latina con la conclusión de Juan Rogers, uno de los expertos chilenos partícipes del evento:

“Tenemos que pasar de un sistema económico basado en recursos naturales que no necesita a toda su gente, a un sistema económico que necesite a toda su gente, y por ello la cultiva y la empodera para hacerla contribuir a la sociedad”.
“La prioridad para el sector público y para el sector privado: las políticas de innovación son esencialmente políticas ampliadas e intensificadas de recursos humanos”.

Así, promover la innovación requiere no tanto una batería de instrumentos sino la capacidad de propiciar, fomentar y nutrir los escenarios de interacción donde tenga lugar ese dialogo y acción de actores que la cristalice en procesos de innovación al interior de nuevos Sistemas Regionales y Nacionales de Innovación, trascendentes para sus entornos… ¡Toda una innovación en Sistemas de Innovación!

Artífice Innovación

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