Los acordes poderosos de Rock or Bust sonaron, y mi cuerpo simplemente se conectó con la energía vital que supone AC/DC en mi existencia. Gritaba, saltaba, lloraba ¡y de repente sale el Huracán! Sale Brian Johnson y mis ojos no daban crédito; sólo atiné a exclamar “Brian Fucking Johnson”, un grito enorme, el más fuerte que alguna vez lanzaré, uno que se perdió en la infinidad de sonidos de aquella noche ¡qué momento amigos y amigas! Mi ubicación me permitía estar frente a un reborde en el que tanto Angus como Brian se paraban constantemente a cantar o a tocar, entonces el momento que había esperado toda mi vida se dio: Angus, mi ídolo, lo que más admiro se acercaba con un paso lento pero enérgico a este lugar, se saca la gorra y nos saluda ¡tenía a Angus Young a menos de 10 metros de distancia! Yo, inmóvil, contemplaba su pequeña figura henchida de Rock and Roll, su Gibson SG negra era mi cruz y él mi salvador. Gracias Angus por existir, Gracias Dios.
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