Crónica desde el infierno: El día que vi a AC/DC en vivo

AC/DC, Rock or Bust World Tour. AT&T Park, Sep 25 de 2015

I

El 2 de diciembre de 2014 AC/DC lanzaba su álbum Rock or Bust, para muchos era el último de la banda, el que marcaba su despedida. Con una escasa duración de 35 minutos, el más corto de todos los producidos hasta el momento, el disco no contó con la presencia de Malcolm Young en la guitarra rítmica –retirado por problemas de salud- ni de Phil Rudd en la batería –acosado por líos judiciales-. Bajo este extraño escenario AC/DC produjo un álbum que sigue la línea general de todos sus trabajos anteriores, y es que vale la pena decirlo: si esperas de ellos variaciones y re-invenciones pierdes tu tiempo, AC/DC es una banda sonora cerrada y compacta, es lo mismo siempre ¿para qué cambiar el estilo que encanta a millones? AC/DC no es un grupo de probar nuevos sonidos y rumbos, es el poder y la esencia de siempre, esa es la clave de su éxito; razón tiene Angus Young cuando dijo en una ocasión: “Estoy harto de que la gente diga que tenemos 11 discos que suenan igual. ¡Tenemos 12 discos que suenan igual!” De esta manera AC/DC es una banda de amores u odios, no hay puntos medios.

Para los fanáticos de los Acca Dacca –así se conoce a la banda en Australia, su lugar de origen- el disco parecía la culminación del trabajo de toda una vida y sonaba un tanto nostálgico, ahora sin Malcolm ni Phil en AC/DC la banda tenía un sonido igual pero no era la misma. Pese a que Rudd fue reemplazado por Chris Slade, que ya había tocado la batería en el álbum The Razors Edge, y que Malcolm fue reemplazado por su sobrino Steve Young, que también ya había hecho algunas presentaciones con la banda sustituyendo al mayor de los Young, era muy difícil asumir que las canciones de Rock or Bust eran de la formación de AC/DC que conocimos durante tantos años: Mal, Angus, Cliff, Phil y Brian (formación que llevó a la banda a convertirse en un fenómeno de masas iniciando los 80, justo después de la inesperada muerte de su legendario primer vocalista Bon Scott).

El día del lanzamiento oficial de Rock or Bust me conecté por internet a una emisora que haría la presentación en vivo del primer sencillo del disco, ansioso esperaba escuchar “Play Ball”, del cual sólo se conocían fragmentos publicitarios. Entonces un afortunado error que pocos notamos ocurrió, en vez de colocar “Play Ball” en la radio se colocó primero “Rock or Bust”, una canción que no estaba anunciada; después de ello se puso al aire la canción originalmente propuesta. Me alegré hasta las lágrimas escuchando los nuevos temas, quienes realmente me conocen saben que mi religión es AC/DC y que no temo expresar mis más profundas emociones cuando se trata de ellos: desde llorar desconsolado con noticias trágicas como la muerte de Malcolm, hasta hacer estriptis en bares vestido como Angus Young. Mi euforia era total, de vuelta estaba AC/DC, la locomotora del Rock and Roll, y sólo una cosa tenía en la cabeza entonces: la necesidad obsesiva de conocer la gira que anunciarían poco después, esta vez estaba decidido a verlos en vivo bajo las condiciones y el precio que fuera. Ya una vez mi corazón se rompió cuando casi logro boletos para su icónica presentación en el estadio de River Plate en Buenos Aires, así que en esta ocasión haría lo que fuese necesario para poder verlos frente a mí, sabía que si conseguía esta oportunidad podría morir tranquilo.

La gira Rock or Bust World Tour empezó el 10 de abril de 2015 en el festival de Coachella (Estados Unidos) y finalizó el 20 de septiembre de 2016 en Filadelfia. Recolectó 221 millones de dólares y se presentó en Norteamérica, Europa y Oceanía. Cuando anunciaron las fechas y lugares, opté por una presentación en los Estados Unidos dado que me era más fácil desplazarme gracias a que tengo familiares en dos de los sitios que albergaron presentaciones de la banda. Finalmente decidí viajar a San Francisco, ciudad en donde AC/DC llevaría a cabo su show en el AT&T Park, el estadio de béisbol de los Gigantes. Mi cuñada vive allí, por lo que la ocasión estaba más cerca que nunca.

El día que salieron a la venta los boletos 3 personas estábamos al mismo tiempo tratando de conseguir el mejor sitio posible para verlos. Junto a mis esfuerzos estaban los de mi esposa y mi cuñada conectadas tratando de lograr un boleto para hacer mi sueño realidad. Tenía en mi cabeza una ansiedad enorme, las historias de cómo en 20 minutos la boletería para el show en Dublín se agotó no me dejaban de inquietar, así que los nervios corrían y la tensión aumentaba a medida que la página se cargaba y continuaba el proceso de compra; temía que se fuera la luz, que se perdiera la conexión, que digitara mal los números de mi tarjeta de crédito, en fin, ideas negativas de esas que sólo aparecen cuando se está cerca de cumplir un sueño. Finalmente, después de 15 minutos obtengo un mensaje, el más bello que he podido recibir, mejor que la aceptación de mi Doctorado, mejor que la aprobación de mi tesis, mejor que todos: “Juan You’re going to see AC/DC” decía la página de Ticketmaster, y a mi celular llegaba un mensaje de texto de mi banco indicando que la compra había sido aprobada; entonces sólo hice una cosa, frente a mi esposa y mi suegro empecé a llorar desenfrenadamente, ¡Iba a ver a AC/DC en vivo en la mejor ubicación posible! La fecha: Septiembre 25 de 2015, el lugar: el estadio de béisbol de los Gigantes de San Francisco.

Compré los tiquetes de inmediato, decidí que llegaría unos días antes del show para conocer bien el sitio y así no perder tiempo. Quería que todo fuera perfecto, por eso elegí estudiar unos días antes todo lo relacionado al AT&T Park: sus accesos, su ubicación, todo. Al final, y como les contaré, todo salió mucho mejor de lo que esperaba.

II

Llegué a California (que visitaba por primera vez) con el corazón acelerado, estaba a menos de una semana de ver a mi más grande pasión, mi religión: AC/DC en vivo. Mi cuñada me recibió junto a su familia en San Mateo, una ciudad muy cerca de San Francisco. Allí aprendí a tomar el CalTrain que me dejaba justo a una cuadra del AT&T Park. Dos días antes del concierto visité el estadio y tomé un tour guiado por lo que pude estar a pocos metros de la tarima en construcción, y mientras todos los demás que hacían el tour hablaban de los Gigantes, sus victorias y leyendas, yo sólo fantaseaba imaginando cómo me vería en su césped rockeando junto a mis ídolos.

El día del concierto llegó y todos mis seres queridos me escribían deseándome lo mejor. Fue emocionante ver tantas muestras de cariño de diversas partes del mundo, era como si estuviese a punto de hacer algo que cambiaría mi vida y mis amigos lo sabían y querían vivirlo junto a mí, en la distancia todos sentían emoción de ver cómo lograba mi anhelo, fue algo maravilloso. Me puse mi chaleco de jean que tiene en la parte trasera, estampada, la portada de Highway to Hell y está lleno de parches de AC/DC (todo buen fanático de la banda tiene uno, entre más parches mejor), esos parches me los habían regalado amigos de muchas partes de Colombia antes de viajar, sentía que todos ellos estaban allí conmigo (my friends are gonna be there too), sentía que en mí habitaban todos las fans de AC/DC que no podían asistir, yo era su representante. Tomé el tren y me fui a cumplir mi sueño.

En el tren todos me miraban, sabían que iba al concierto pues el atuendo me delataba, pero lo que más llamaba la atención eran mis tatuajes, todos relacionados con AC/DC, 19 en total: desde Angus tocando la icónica Gibson SG standard en mi brazo izquierdo hasta el cañón de For Those About to Rock en estilo tradicional en el derecho, pasando por letras de canciones y Rosie, entre otros. Muchos me preguntaban por ellos, se tomaban fotos y se sorprendían de ver a una persona tan apasionada con AC/DC, pero su sorpresa era mayúscula cuando les contaba que viajé desde Colombia sólo para verlos.

Llegué pasadas las 9 am al estadio, muy temprano pues las puertas se abrían a las 5 pm y el show empezaba a las 9 pm. Había una razón para ello: como la compra del boleto se hizo por internet, y desde Colombia, debía reclamarlo en las taquillas del AT&T Park (will call) así que pensé que lo mejor era hacer esta diligencia lo más temprano posible para, una vez reclamado el tiquete, empezar de inmediato la fila. Pero aquí vino la novatada: las taquillas del estadio se abrían rigurosamente a las 3 PM, ¡tenía que esperar 6 horas para reclamar el boleto! Desde luego a esa hora no había una sola persona en las taquillas, nadie -por fanático que fuera- se iría a las 9 am a esperar por una boleta que se empezaría a entregar a las 3 pm. Decidí entonces verificar la puerta por la que debía entrar al estadio. Al llegar a la entrada había un grupo de fans que ya hacían fila, eran unas 10 personas de un grupo llamado The AC/DC Family y que al verme me preguntaron, de nuevo, por mis tatuajes. Les conté mi historia, que venía desde Colombia a cumplir mi sueño y quedaron asombrados con mi aventura, se sacaron un par de fotos conmigo y me invitaron a acompañarlos, les dije que no podía pues debía estar pendiente de la fila en la taquilla para reclamar mi boleto en la tarde. Entre estas personas estaba Terry A. Shockley, una pieza fundamental más adelante en esta historia.

Con mi amigo Terrey Shockley

Después de esperar 6 horas por fin se abrieron las taquillas, sobra decir que era el primero en la fila para reclamar la boleta. Una vez recibí mi tiquete impreso sentí que sólo estar en el concierto podía superar ese momento. Salí corriendo a cumplir mi destino, pero algo terrible me detuvo: mientras me acercaba a la puerta que daba acceso al campo vi que la fila ya era interminable, lo que hace unas 6 horas era un pequeño grupo de 10 personas, ahora era una carretera humana de más de 10 mil, sentí entonces desfallecer, había perdido todo lo que había organizado, pensé que tendría suerte si lograba acomodarme en la mitad de la marea de fanáticos. Las lágrimas de rabia y desesperación empezaban a salir mientras corría sin saber para dónde, estaba aturdido.

Caminando y sin saber dónde terminaba esa fila de más de 10 mil personas, escuché que alguien me decía: “Hey you! The Colombian guy! Come here!” Era Terry A. Shockley de The AC/DC Family que me llamaba. Él, junto con otros miembros de la Familia, me dice que me detenga, que sabían de mi historia y que reconocían mi esfuerzo, además habían sido testigos que desde las 9 am estaba esperando en las inmediaciones del estadio. Me decían que disimulara y que hablara de forma normal, como si los conociera de toda la vida, que me iban a dejar entrar en la fila pero que fuese muy cuidadoso pues en Estados Unidos la gente es muy celosa con eso de “colarse” y nos podíamos meter en un lío si se descubría la treta. Me dijeron algo que jamás olvidaré mientras poco a poco me hacían parte de la fila, parte de su familia: “La gente viene a Estados Unidos y piensa que somos unos hijos de puta, que somos racistas, que nos creemos únicos y superiores, pero queremos que te lleves la imagen del verdadero estadounidense. Somos gente buena y sencilla que apreciamos el trabajo duro y que compartimos con todos. Sabemos lo que has hecho y valoramos tu esfuerzo, por eso queremos que sepas que somos gente decente y justa”. Una vez finalizó este discurso noté que estaba en la fila, ¡me habían metido! No bromeo: fui la sexta persona en ingresar al estadio. Pude ver a AC/DC, literalmente, en la primera fila. Era la primera vez en la que ser colombiano y tener tatuajes me había servido ¡y de qué forma!

En primera fila.

III

Me ubiqué justo detrás de una barricada que separaba el escenario de la cancha del AT&T Park, después de eso sólo estaban los guardias de seguridad y la tarima. Vintage Trouble fue la banda encargada de abrir el show hacia las 8 PM, y pese a que hicieron una presentación bastante aceptable, era imposible concentrarse sabiendo que estaba a menos de una hora de ver en primera fila a AC/DC. Cuando tocaron su última canción el estadio empezó a corear AC/DC sin parar mientras los operarios de la gira organizaban el escenario, mi corazón estaba a punto de salirse, armado con dos botellas plásticas de agua, me aprestaba a recibir la descarga de Rock más grande de la historia.

Video 1: La entrada al show (seguir link):

https://www.facebook.com/juanpablosterling/videos/vb.520225448/10153591636010449/?type=3

Se apagaron las luces, un grito ensordecedor llenó el estadio. Empezó la animación de apertura que consistía en un meteoro que caía en la tierra, era AC/DC que llegaba desde el cielo echando llamas para aplastar sin piedad. A medida que la roca se acercaba a la tierra se mostraban las imágenes y canciones que hacen de AC/DC la leyenda que es. Finalmente, el conteo regresivo antes del choque: 5, 4, 3, 2…1 ¡El escenario estalla y sale Angus Young! ¡Vi a Dios a menos de 10 metros! Mi vida tenía sentido ahora, mi sueño se estaba cumpliendo ¡Larga vida a los Dioses del Rock!

Los acordes poderosos de Rock or Bust sonaron, y mi cuerpo simplemente se conectó con la energía vital que supone AC/DC en mi existencia. Gritaba, saltaba, lloraba ¡y de repente sale el Huracán! Sale Brian Johnson y mis ojos no daban crédito; sólo atiné a exclamar “Brian Fucking Johnson”, un grito enorme, el más fuerte que alguna vez lanzaré, uno que se perdió en la infinidad de sonidos de aquella noche ¡qué momento amigos y amigas! Mi ubicación me permitía estar frente a un reborde en el que tanto Angus como Brian se paraban constantemente a cantar o a tocar, entonces el momento que había esperado toda mi vida se dio: Angus, mi ídolo, lo que más admiro se acercaba con un paso lento pero enérgico a este lugar, se saca la gorra y nos saluda ¡tenía a Angus Young a menos de 10 metros de distancia! Yo, inmóvil, contemplaba su pequeña figura henchida de Rock and Roll, su Gibson SG negra era mi cruz y él mi salvador. Gracias Angus por existir, Gracias Dios.

Dios a menos de 10 metros.

Pero faltaba el momento que me marcó, el inesperado, el que jamás planeé: Cuando el Huracán Johnson se paró en este sitio privilegiado y preguntó cómo estábamos yo sólo gritaba “¡Hurricane! ¡Hurricane!” y señalaba con mi dedo índice derecho el tatuaje de Angus que tengo en el brazo izquierdo, quería que lo viera, quería, como buen religioso, que los Dioses vieran mi devoción hacia ellos, entonces, de repente Brian me mira, fueron unos segundos pero los suficientes para notarlo, abrí mis ojos estupefacto y dejé de gritar, quedé petrificado, Johnson me mira y levanta su pulgar derecho en señal de aprobación. Aún reflexionó sobre este momento, fue enorme, fue magistral; aún no encuentro palabras que lo expliquen cómo debe ser. El resto del concierto fue como lo soñé: 90 minutos de energía pura, de Rock and Roll de la mejor calidad posible.

El Huracán Johnson

El setlist del concierto fue: Rock or Bust, Shoot to Thrill, Hell Ain’t a Bad Place to Be, Back in Black, Play Ball, Dirty Deeds Done Dirt Cheap, Thunderstruck, High Voltage, Rock ‘n’ Roll Train, Hells Bells, Baptism by Fire, You Shook Me All Night Long, Sin City, Shot Down in Flames, Have a Drink on Me, T.N.T., Whole Lotta Rosie, Let There Be Rock (with Angus Young guitar solo), Highway to Hell, For Those About to Rock (We Salute You).

Video 2: Mi euforia en «Shoot to Thrill» (seguir link)

https://www.facebook.com/juanpablosterling/videos/vb.520225448/10153591066110449/?type=3

Cuando salí del show mis piernas temblaban, mi energía se había quedado con AC/DC, se había fundido en el recuerdo más fantástico de mi vida. La gente aún se quedaba viendo mis tatuajes y aún me pedían fotos; yo, entre aturdido y embelesado, trataba de recordar todo, de guardarlo cuidadosamente en mi cabeza. Sabía que podía morir tranquilo por fin.

Una fan de Japón me pidió una foto al finalizar el show.

IV

En la vida hay ciertos rituales o ceremonias pequeñas, pero con un significado enorme que define lo que somos y lo que nos gusta. AC/DC influencia cada espacio de mi vida con estos rituales, uno de ellos, el más íntimo y espectacular ocurre cuando suenan las campanas del infierno (Hells Bells) en el auto –o en cualquier sitio- y estoy junto a mi esposa, entonces, nos miramos y le digo. “Nay me están llamando”, ella sonríe con una complicidad fabulosa, sabe que viene nuestro ritual, y justo cuando Angus realiza sus acordes, los dos, al tiempo, levantamos el dedo índice derecho al cielo, tal como lo hace Angus en vivo, quizás para reconocer la gloria de los Dioses, o quizás para recordar al hombre que inspiró ese tema: Bon Scott, aunque pensándolo bien él debería habitar gozoso, imponente y guarro el infierno, después de todo es un buen lugar para estar, dijo alguna vez.

Otro ritual poderoso, de nuevo junto a Nay, es colocar Dirty Deeds Done Dirt Cheap en vivo, y esperar ansiosos la parte en la que Angus canta invitado por Brian. Cuando el huracán dice: “If you got a lady and you want her gone” pone el microfono a Angus para que él termine con: “But you ain’t got the guts”, ahí todo el público estalla. Pues bien, yo, en mi papel de lead Singer de la banda canto, y de inemdiato pongo un micrófono imaginario frente a Nay, que finaliza como Angus, luego grito a rabiar apretando los puños y celebrando por tener a la mejor Banda del mundo y a la mejor esposa del mundo a mi lado.

AC/DC es mi vida, simplemente así.

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5 comentarios

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  1. La gran decepción de todos los metaleros es que AC/DC no haya venido a Colombia. Un vacío que nunca se llenará.

    1. Es verdad. Hubo muchos rumores pero lamentablemente nunca se concretaron. Justo ahora se habla de una nueva gira con un nuevo trabajo, pero nada oficial. Abrazo.

    • Andres el 18 agosto, 2019 a las 11:29 pm
    • Responder

    Excelente, me gustaría poder verlos, si vuelven a girar.

  2. Genial esta publicación, la leí como si fuera yo el que estuviera viviendo el momento. Aplausos.

    1. Gracias. Abrazo Rockero.

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