Tuve a HHhH escondido varios días -tal vez semanas- antes de sacarlo de las tinieblas en que se hallaba. Tenía una especie de ‘prejuicio’ (llamémosle así) del libro por tratarse de uno de tantos capítulos de la Segunda Guerra Mundial, que no es que me perturbe o me desagrade abordar el tema, sino que pareciera que todo ya lo hemos visto, que nos hemos leído hasta la última letra de Hitler, que hemos escuchado todos las historias macabras de las SS, que hemos soñado tomando cerveza en Alemania… pero no es así.
Desde hace una semana, cuando empecé a leer HHhH, confirmé la idea que dice que siempre hay un nuevo sabor qué ‘digerir’ de esa estúpida guerra. Como cuando aparecio ante la pantalla gigante el sargento Donnie Donowitz con su imponente bate (Malditos bastardos). Esa noche supe que así se tratara de ficción, había otra manera de narrar la barbarie, maneras cada vez más novedosas, bien sea a modo de revancha o a modo de homenaje, pero eran novedosas.
Contar la historia que plantea la ‘Misión Antropoide’, que es el eje del libro que espero empezar a comentar de una vez por todas, sería fácil (porque además me he documentado bien), pero también sería minimizar el libro a un concepto muy vago, lo cual además de injusto, me parece un impulso moderno y no pienso caer en él.
Y es que, a decir verdad, la principal fortaleza de este libro es su particular estilo, su carga narrativa… que le permite a Laurent Binet sumergir al lector en una pileta llena de nazis y salir cada 30 segundos a tomar aire de tiempos modernos. Ese es el secreto de esta obra, que vale la pena conocer.
Es contar la historia que todos han contado, pero esta vez desde una silla giratoria, con cientos de referentes (datos, libros, películas, personajes vivos y muertos, visitas, charlas, relaciones) y un presente con una carga emotiva producto de ese maremágnum de material.
Pero bueno, para no dejar la historia de lado, hay que decir que por sí sola, la Operación Antropide es un gancho para acercarnos al libro. De hecho, «en vez del raro nombre de HHhH, debió llamarse así: Operación Antropoide», según palabras del escritor parisino. Miremos si es un gancho o no:
Día: 27 de mayo de 1942
Lugar: una calle de Praga (no cualquiera, la curva de Holesovice).
Acción: dos valientes enviados semanas atrás desde Londres, donde tambén fueron entrenados, tienen
la misión de asesinar al ‘Hombre de corazón de hierro’, Reinhard Tristan Eugen Heydrich, también conocido como ‘El verdugo de Praga’. Hoy tendría que morir.
Tensión: la misión se cumple a medias y el acto heroico de estos dos hombres (Jozef Gabčík y Jan Kubiš ) será pagado muy caro por Praga, donde se presume que se conjuró el plan. Un soplón delata a los héroes a esta hora refugiados en una iglesia, el asedio de 800 hombres de la SS los obliga a suicidarse.
Heydrich, el hombre más peligroso del Tercer Reich, el verdugo de Praga, el carnicero, la bestia rubia, la cabra, el judio Süss, el hombre de corazón de hierro, la peor criatura jamás forjada por el fuego vivo de los infiernos, el hombre más feroz jamás salido de un útero femenino, su objetivo, está frente a él, titubeante y armado…».
Pág 315.
Así fueron las cosas, de película. Lo que quiero decir es que vender esta historia no hubiera sido difícil, y el logro va mucho más allá de esa película que se crea en la mente.
Quien haya llegado hasta este punto del comentario no habrá dejado de preguntarse por qué este libro lleva por título ‘HHhH’. Pues bien, sigamos recortando las ventas, pero esta vez poniéndole algo de dificultad al asunto. La traducción es Himmlers Hirn heisst Heydrich.
El libro está caliente en las vitrinas, apenas llevará unos meses, así que es una buena excusa para repasar la historia. Por cierto, para asociar este tema de la Segunda Guerra Mundial con nuestros días, debo recordar que en pocas semanas se cumplen 70 años de la invasión nazi a Polonia; en plena Eurocopa, les informo que puede darse el partido entre estos dos protagonistas de mitad de siglo.
Nos sumergimos y salimos 30 segundos.
Por tercera vez, Heydrich cubre solemnemente el trayecto que lo lleva al Hradchine, pero esta vez en su ataúd».
Pág 349.
Ya para terminar, quiero dejar un pequeño comentario, muy a lugar, sobre el libro, la verdad gracias a esta columna llegué a saber de HHhH.
<<Un buen libro, como éste, perdura en la conciencia, y es un gusanito que no nos da sosiego con esas preguntas inquietantes: ¿cómo fue posible que existiera una inmundicia humana de la catadura de un Reinhard Heydrich? ¿Cómo fue posible el régimen en que individuos como él podían prosperar, alcanzar las más altas posiciones, convertirse en amos absolutos de millones de personas?>>
Madrid, octubre de 2011
Mario Vargas Llosa (Columna Piedra de toque).