Hace unos días en la red social Twitter, se dió una discusión por el precio que un ilustrador estaba cobrando por unos mugs personalizados con la imagen de la mascota del cliente. En medio de esto, me surgieron dos dudas: ¿Cuánto vale la creatividad? ¿Qué precio tiene el talento?
Hoy, con cabeza fría, puedo analizar que si bien el valor del arte es subjetivo: el tiempo, las ideas, la creación de una obra, una canción. Todo esto suma en la creación de valor y allí es donde el precio real se da, pero… ¿Estamos creándole valor a un grupo grande de personas? ¿O simplemente estamos creando un producto destinado a un público específico? Allí es donde muchas veces los artistas, diseñadores, ilustradores, directores de teatro y músicos fallan: muchas veces no solo basta con hacer lo que nos gusta, también se debe generar una conexión con un grupo de personas que estén dispuestas a pagar por nuestro arte.
Saber los alcances que podemos tener como creativos es importante. Los trabajos de muchos se han quedado olvidados en un rincón porque su objetivo no era claro y debemos tener claro que nuestro círculo cercano no será nuestro cliente eterno. Si queremos vender exclusividad, es necesario enfocarse en quienes estén dispuestos a asumir el costo de la misma.
El arte, como parte de las industrias creativas y culturales, merece su lugar y merece el reconocimiento por su calidad. El artista merece ganar por ello, debido a que sus ideas valen y quizá él sabe hacer algo que nosotros no y que puede ser de nuestro disfrute.
Si bien el artista y creativo local «no es de renombre», ¿Por qué no apoyarlo? Leía en la discusión sobre mugs de la que les hablé, comentarios de algunas personas que decían: “están muy costosos”, “ni porque los hiciera un artista europeo o norteamericano»… ¿Así de poco creen que vale el talento de los nuestros?
En Santander tenemos mucho talento: unos mas reconocidos que otros, algunos en el total anonimato… pero la conclusión más importante de hoy es: no le regatees al talentoso, él tiene algo que tu quieres, que le costó años aprender y que quizá tú no podrías hacer.