El problema es de reputación.

Algunos altos funcionarios del Estado aseguran que el problema del Gobierno Duque es que no saben comunicar. Como lo he venido sosteniendo, no hay buenos gobiernos que comuniquen mal, ni malos gobiernos que lo hagan bien. Sí, la comunicación gubernamental es un apoyo importante para generar vínculos, pero el insumo primario son las acciones, los hechos políticos y el liderazgo.

Por eso, en vísperas del relevo en la Dirección de Discursos de Presidencia, quisimos analizar el apoyo que presta la comunicación del presidente Duque a su gestión, para examinar si efectivamente había fallas. Y sí las hay, y estas conllevan a un grave problema de reputación, que afecta las demás acciones que realiza el gobierno. Por más que el gobierno intente hacer cosas para reconectarse con los colombianos, hay unas grandes fallas como resultado de las acciones y la gestión de la comunicación estratégica.  Aquí resumimos algunas de las conclusiones:

 1.     Es un problema de reputación. Volvamos a lo básico: Charles Frombun definió la reputación como la acumulación de percepciones basadas en acciones pasadas y sus perspectivas futuras, que se constituirá en el atractivo general para el público interesado. El problema de Duque es que hace cinco años era casi un desconocido para la opinión pública; hace cuatro era un senador más de Uribe; y desde hace un año y medio un candidato que hacía trucos de magia, tocaba la guitarra, cantaba y bailaba salsa con presentadoras, un presidente que recibía en su oficina a la farándula y hacía cabecitas en el Bernabeú.

Duque no tenía “puntos” acumulados en el imaginario de la gente para soportar el tratar de volverse un candidato fresco y chévere, todo lo contrario, generó un efecto contraproducente que rápidamente lo convirtió en un personaje ligth. Es más fácil comunicar acciones negativas que contar las bondades de un personaje porque el cerebro humano tiende a retener más lo negativo y lo polémico, y esa fue la primera impresión que causó.  Desperdiciaron una oportunidad enorme, de crear un personaje desde cero y convertirlo en una figura seria y creíble.  La experiencia no se resuelve con unas canas, la experiencia política es un asunto de acciones. 

Lo preocupante, es que la reputación del presidente le resta credibilidad a todo un gobierno, y esta falla en la comunicación no genera respaldos, ni ambiente para gobernar.

2.     Necesidad de independencia. Además de que la gente lo ve ligero, le reconoce un jefe político y un partido que no lo respeta. Los colombianos lo ven débil. Duque necesita desmarcarse o por lo menos transmitir la sensación de independencia, de capacidad para tomar decisiones propias, de firmeza. La gente busca en sus gobernantes una especie de padre, conservador o progresista, pero finalmente una figura paterna con autoridad. Mientras en la casa mande el hermano mayor, nadie lo va a tomar en serio. Tiene que salir de casa.

3.     No hay una bandera. Como lo analizamos ya en este mismo espacio, la construcción del imaginario de Duque va por el camino equivocado. La gente no siente que haya rumbo, ni sabe cual es el propósito de su gobierno.

 4.     Si hay bandera, es inalcanzable. La bandera que sugiere el gobierno es la economía naranja, que impacta no solo a un sector muy pequeño, sino que, además, lo entiende un público muy reducido. La mayoría de la gente no sabe ni qué significa, ni cuáles empresas la conforman, ni que es una industria. Un país con las preocupaciones del nuestro no está preparado para asumir puntos en la agenda de países de avanzada. No, en Colombia primero hay que resolver problemas de fondo como temas de seguridad nacional, de desarrollo social y económico que inquietan día a día a los colombianos, antes de pensar en poner una bandera tan alta que ellos ni entienden.

 5.     Falta de coordinación entre la agenda y lo que quieren comunicar. Lo que necesita comunicar con urgencia el presidente Duque es la sensación de que hay alguien con firmeza que está gobernando y tomando decisiones por los colombianos. Necesita transmitir seguridad y autoridad, pero mientras en la agenda del presidente se sigan priorizando las reuniones light, no lo van a lograr tan fácilmente. Mientras que a un presidente con problemas de reputación por falta de experiencia lo sigan exponiendo a hacer videos promocionales de cortometrajes grabados con celulares en vez de estar comunicando asuntos de peso para la nación, les tomará mucho, pero mucho, tiempo.

 6.     No todo es crisis. No todo lo que se comunica, y más en redes sociales, es crisis. El gobierno no puede entrar en el juego de responder a todos los señalamientos y menos de hacerlo de afán sin siquiera pensar en el impacto de sus respuestas, como sucedió con la justificación de los viajes y los 2 logros de la economía naranja. Cuando no hay seguridad, lo mejor es abstenerse de decir las cosas.

 7.     Escuchar a la gente. El gobierno Duque, a pesar de hacer religiosa y muy juiciosamente los Talleres Construyendo País, parece que no escuchara a la gente. La ciudadanía pide una cosa y el gobierno le apunta a la otra, hay que entender la gran foto, la situación y sobre eso tomar acciones y ofrecer alivios. No hay porque ser agresivo con los gobernados, no hay que bloquearlos, ni dar la sensación de intolerancia y desconexión.

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1 comentario

    • Augusto Martinez el 20 septiembre, 2019 a las 1:20 pm
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    Un buen resumen de la situación del Presidente y de como se percibe.
    Será que él se da cuenta ? Lo dejarán proyectar su verdadera personalidad??

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