Los adultos, comúnmente, tienden a ver el universo de los niños como un mundo feliz y despreocupado. Después de todo, los niños no tienen que trabajar, ni pagar cuentas, tampoco tienen grandes responsabilidades; entonces ¿de qué podrían preocuparse?
Diariamente los niños, incluso los más pequeños, experimentan situaciones de tensión que, de alguna forma, logran desestabilizarlos física y emocionalmente. Estas varían de acuerdo a la edad y provienen de diferentes fuentes.
En ocasiones, estas situaciones que generan estrés provienen de fuentes externas: familia, colegio y amigos; en las que se pueden evidenciar presiones académicas y sociales; pero también se pueden originar en fuentes internas: por sí mismo. En el momento en el que nos imponemos presión por temor a fallar.
No es fácil reconocer el estrés en los niños. Los cambios de humor, el mal comportamiento, las ‘rebeldías’ o el hecho de mojar la cama. Con frecuencia lo asociamos a un proceso hormonal, normal del crecimiento; pero pueden ser indicadores de estrés en los menores.
Algunos niños experimentan efectos físicos: dolor de estómago, dolor de cabeza o náuseas. Otros pueden presentar dificultades en la concentración, por ejemplo ‘bloqueos’ al iniciar una tarea escolar. Quizás, otra forma de expresar sentimientos de estrés sea a través del aislamiento o introversión.
Cuando los niños están en la pre adolescencia son más propensos a adoptar conductas violentas, a mentir y a desafiar figuras de autoridad, como reacción al estrés. También, pueden tener pesadillas y bajo rendimiento académico.
Teniendo en cuenta los anteriores signos, en los colegios y en las familias se ha incentivado la participación de los niños en actividades extra escolares como el teatro, la pintura, el ballet o el fútbol; como método para liberar tensiones de forma divertida y dinámica, favoreciendo la salud física y mental de los pequeños.
Existe otra práctica que le proporciona a los niños múltiples beneficios mentales y emocionales que, además disminuye los niveles de presión que frecuentemente presentan los niños en la actualidad. Esta práctica es El Yoga.
El yoga es una técnica milenaria que busca el auto conocimiento, el reconocimiento del ser humano a través del desarrollo del ser, que atiende las necesidades físicas, psíquicas y espirituales.
Expertos han comprobado que, a través de una práctica de yoga, los niños:
- Aprenden a controlar las diversas situaciones de estrés
- Favorecen el reconocimiento de sí mismos y de los demás
- Consolidan los niveles de autoestima
- Equilibran los pensamientos y emociones
- Adoptan un mejor comportamiento y concentración
- Estimulan la calma emocional
- Adquieren una actitud positiva
- Elevan los niveles de confianza y seguridad en sí mismos
- Toman conciencia corporal
- Afianzan los valores, como la responsabilidad y el respeto
- Desarrollan la imaginación y la creatividad
- Mejora las relaciones interpersonales
- Incrementa el trabajo en equipo
Es por esto, que el yoga es una actividad recomendada para todos los niños y niñas, ya que a través de esta se establecen las bases para que los chicos disfruten de una vida adulta alegre, saludable y equilibrada.
Por tanto, la práctica de yoga ayudará a que los niños más activos aprendan a relajarse y concentrarse más en sus actividades, mientras que impulsará a los niños más callados a vencer el miedo y la timidez de conectarse con sí mismos y con el entorno.
Carolina Valdés Lozano
Ananda Center – Yoga y Desarrollo Humano
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