Sabía hacia donde me llevaba Santiago Gamboa: hacia el precipicio, y no hice nada por evitarlo. Iba directo a ese agujero del que nunca se sale, pero aun así, seguí. Ya lo advertía Manuelito ‘hospedado’ en una celda en Bangkwang (a siete millas al norte de Bangkok) «no he leído sus libros, pero le voy …