De esta novela se ha dicho de todo, incluso en intensidad similar a la contenida en las aventuras
disparatadas de su personaje Allan Karlsson.
Es cierto que ha vendido millones de copias desde su aparición en Suecia en 2009. Como también está fuera de toda duda que sea la primera incursión de Jonas Jonasson en la escena literaria.
De hecho, nadie cuestiona el golpe de suerte de este desconocido escritor de de 52 años de edad, de poder situar en tan alto pedestal una novela, quizás simple, aunque con un argumento e ideas bastante particulares.
Algunos han querido comparar la historia de Allan Karlsson o El abuelo que saltó por la ventana y se largó, con aquel personaje al que dio vida Robert Zemeckis en 1994 en la gran pantalla, basado en la obra literaria de Winston Groom: sí, Forrest Gump.
Pueden ser Allan y Forrest algo semejantes en cuanto a sus situaciones y a la trascendencia histórica de sus actos, así sea que el personaje mismo nunca entienda el significado de tales acciones, sin embargo, esta idea no encaja del todo. Son similares, pero… No. Hasta ahí.
Allan vive en una residencia de ancianos y el ‘Día Uno’ de la novela es su primer cumpleaños de tres cifras. Vaya acontecimiento. Sin embargo, lo que para la mayoría de personas que lo rodean es un día muy especial, para él es el día de saltar por la ventana, tal vez su último 2 de mayo. «A los 100 años aún queda mucho por vivir», dirá alguna vez.
A partir de este salto se enreda todo cuanto aún no esté enredado. Es un salto, no obstante, apenas cercano a los 80 centímetros y que incluso es una levedad al lado de sus viajes por España, donde conoció a Franco y llegó a salvarle la vida en pleno ataque dinamitero (especialidad del tío Karlsson); o de su paso por China bajo la orientación de Soong Mei-Ling, cuando enfrentó a las tropas comunistas; y ni qué decir de los días en que sirvió de conejillo de indias al Herman Lundborg, teórico de razas, neurólogo y siquiatra sueco, o cuando hizo parte del Proyecto Manhattan, que no tenía otro fin que el diseño de la bomba atómica.
Quienes no conocían a Allan podían caer en el error aquel 2 de mayo de 2005 de creer que su salto era una locura, una cosa traída de los cabellos; para Karlsson era como una ida al baño. Era una día diferente, pero no único. Es más, nunca lo consideró especial.
La historia avanza entre la última aventura de nuestro querido abuelo con una maleta llena de billetes y los 100 años bien vividos que atrás quedaron. Pronto iremos notando lo desfasadas de algunas situaciones de esta historia del absurdo, que resulta entretenida, fresca y ciertamente original, más allá de su parecido con Forrest.
Yo diría que es un libro simpático, que nos lleva por esos pequeños – grandes momentos de la historia del siglo XX, detrás de los cuales es muy probable que haya existido un Karlsson para darles ese último empujón anónimo y convertirlos en realidad. De esos está lleno el mundo.
* Bonus
Desde hace un par de semanas se viene anunciando la aparición de la película homónima al libro de Jonasson. Es poco probable que después de ver la película quiera alguien leer el libro, por eso, es mejor primero leerlo. Ya se consigue en Colombia. Editorial Salamandra – 412 páginas. Un billete de los moraditos.