Libertad

Con frecuencia encontramos en las historias clásicas, en la mayoría de novelas, en el cine y claro, en la vida misma, que en sus desenlaces hay ganadores y perdedores, como si el mundo se dividiera en dos clases de personas, únicamente en esas dos: los que ganan y los que pierden. Generalmente es así y eso esperamos al final de ellas, por duro que parezca.

Es por eso que resulta agradable encontrar un aroma diferente… resulta agradable sentir que las buenas novelas no han muerto, resulta agradable y perversamente conmovedor decir al final (667), que  en ‘Libertad’ todos son perdedores.

Una radiografía moderna de la ‘familia americana’, de la intimidad del ser y de sus contradicciones. Así resumiría esta magnífica obra, no fácil de consumir, considerada como la primera gran novela del Siglo XXI. Libertad, de Jonathan Franzen, es un encuentro con nosotros mismos a partir de la experiencia de un matrimonio norteamericano, que atraviesa las etapas propias de esta unión, hasta caer en decadencia (lo cual también me parece propio de esta unión).

Una novela dura, real, que el mismo autor confiesa, es una parte de su vida. De ese pasado que todos tenemos, de esas decepciones familiares que no contamos, de la vergüenza que nos producen ciertos recuerdos familiares.

Tan universal es el concepto de libertad como la novela misma de la cual hablamos.

Walter y Patty (personajes principales) también podrían ser Héctor y Carmen; Carlos y Sara, Pedro y Sandra… en fin, ahí debemos estar todos, en una larga lista de moribundos sociales. Esa es ‘Libertad’, un encuentro con nuestro espejo interior a partir de la historia de esta familia del medio oeste NA, los Berglund, que tras años gloriosos empieza a sentir como a su alrededor todo empieza a derrumbarse.

 

El concepto de familia termina por irse al traste, cuando sus hijos tratan de interpretar no solo la caída de este coloso llamado matrimonio, sino cuando exigen que esa cosa que llamamos libertad forme parte de sus decisiones.

Las cosas no podrían ir a peor, sin embargo, en la vida real como en la ficción todo irá a peor, por eso para hacer menos compasivo el tormento de nuestros personajes habría que agregar a la novela una pizca de infidelidad y deseos absurdos que aten su mente e impidan volver a levantarse.

Franzen, en una charla que sostuvo con el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez y publicada en El País, de España, sostuvo “…es mi intento por recuperar una bella palabra de manos de los estúpidos y volverla a poner en manos de quienes pueden apreciar su complejidad y su belleza”.

Una novela magnífica y perturbadora, de manos de un escritor llamado a ocupar los puestos de vanguardia en la literatura norteamericana.

 

*Reinita cerúlea, portada del libro.

 

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