Para empezar a hablar de este libro debo confesar que si bien lo leí un poco tarde respecto a la fecha de su lanzamiento, seguí de cerca el ‘debate’ que sobre su aparición se creó.
Ahora, no realicé la lectura desde la barrera, sino todo lo contrario, convencido del discurso de Vargas Llosa y de las consecuencias del triunfo de la dictadura banal en nuestros tiempos.
Y es que la tesis del nobel peruano es precisamente eso, cómo lo fácil, ligero y superficial impera campante en la vida diaria, sin que haya el menor asomo de deseo por cambiar. Pareciera que la sociedad se siente bien así.
De hecho el ensayo ‘La civilización del espectáculo’,vivió en carne propia la tragedia. Cientos de comentarios que calificaban como apocalíptico a su autor y lo aislaban como a un cavernario, así lo demuestran.
No cabe duda que en cerrados espacios de intelectualidad se habrá lugar al debate profundo acerca del tema, pero la realidad demuestra que vale más el marasmo de críticas de pocos caracteres que una respuesta fundamentada en estudios y apoyada en la profundidad conceptual.
Pero el punto aquí es la cultura del entretenimiento y su triunfo categórico en todos los ámbitos, centrando especial atención en los medios, la política y las expresiones artísticas. Qué lejos están aquellos días en que las ideas parecían ser el corazón de la sociedad, cuando el conocimiento limpiaba el camino de esperezas y parecía mostrar la luz de la razón. Cuando los intelectuales eran una corriente que guiaba las embarcaciones y aseguraban buen viento y buena mar.
Hoy, la razón ha sido remplazada por el entretenimiento. Los caminos que hacia allí conducen son infinitos y cada vez más eficientes y son llamados sin piedad alguna, ‘cultura’. Cuanto más comercial, más importante parece. O como lo afirma Vargas Llosa: “Lo que tiene éxito y se vende es bueno y lo que fracasa y no conquista al público es malo”.
El autor nos comparte su concepto de los tiempos modernos con un ensayo demoledor. Cargado de argumentos que para un grueso de la humanidad serán conceptos arcaicos que profanarán su ideal de “pasarla bien”por el resto de los días, pero que en realidad es un ‘Apocalípsis’ del siglo XXI.
Símbolos, ideas, técnicas, estructuras… parecen debilitarse en este siglo. No importa la razón, importa el efecto. Y así lo deja ver ‘La civilización del espectáculo’.