En la práctica de disciplinas como el yoga, se insiste recurrentemente en aquello de estar en el presente, y se hace uso de distintas técnicas que nos invitan a estar tan atentos a lo que estamos haciendo, que es casi imposible pensar en lo que dejamos de hacer antes de la práctica o lo que viene después de ella.
Estamos atentos a la inhalación o exhalación que debe acompañar cada movimiento, a las secuencias de posturas físicas que estamos ejecutando, los músculos que debemos contraer o relajar para sostenerlas, al lugar en que debemos enfocar nuestra mirada… En otras palabras, nos brindamos en ese momento nuestra presencia, que en mi entender, es estar “presente” con “consciencia”, lo que equivale a decidir dónde pongo mi atención aquí y ahora.
Cuántas veces nos sucede que estamos conduciendo hacia algún lugar, llegamos a nuestro destino y ¿apenas si advertimos conscientemente la vía que tomamos? Veníamos pensando en las tareas que dejamos pendientes en casa, en los puntos que trataremos en la reunión para la cual nos esperan o en el compromiso social que tenemos en la noche. En cualquiera de los casos, nuestra mente estaba ocupada en los hechos que precedieron o en los que le siguen a la acción que estábamos ejecutando en ese momento.
Esto podría parecer poco trascendente, pero valdría la pena mirar los detalles que pudimos no advertir en el camino y que quizás pudieron ser regalos para nosotros: el árbol que floreció, el conductor que nos cedió el paso, la melodía que se reproducía en nuestro equipo de audio… En qué tantas otras situaciones de nuestra vida nos suceden cosas similares. Qué oportunidades estaremos dejando de detectar por tener nuestra atención puesta en el antes o el después de lo que estamos haciendo. Qué tanto podría comenzar a recibir si me permito habitar el momento en que estoy y escuchar las señales de mi entorno.
La atención se aprende, se entrena y se decide dónde colocarla. Reconociendo que la energía sigue a la atención, mis acciones serán mucho más efectivas, poderosas y trascendentes, si me permito que cuerpo y mente me acompañen al mismo tiempo en cualquier cosa que haga, en un estado emocional de equilibrio y centro.
La vida sucede aquí y ahora, producto de un pasado gracias al que somos lo que somos hoy día, del que hemos aprendido y un futuro que estamos construyendo desde lo que hacemos hoy.
Maritza Rodríguez
maritzarodriguez@anandacenter.co