Hay que sacar al diablo

A mes y medio del inicio del Paro Nacional, he querido escribir sobre Hay que sacar al diablo, bambuco escrito en 1989, pero con un mensaje que se mantiene actual.

Eugenio Arellano es el nombre del compositor de esta canción que se estrenó en el “Primer encuentro de la Música Colombiana” celebrado en la ciudad de Bogotá un 13 de diciembre de 1989.

Este fue un año trágico, uno de los muchos de nuestra historia. Luis Carlos Galán Sarmiento fue asesinado el 18 de agosto de 1989, la violencia desatada por Pablo Escobar llenaba de miedo a todos los colombianos que veían como desde principios de ese año ocurrían masacres como la de La Rochela en el municipio de Simacota en Santander el 18 de enero, hasta la suspensión del torneo de futbol por el asesinato de un árbitro a manos de la mafia el 15 de noviembre. La BBC tiene un muy buen artículo en el que explican el contexto político y social que el país vivía cuando se estrenó el bambuco sobre el que aquí escribo.

La historia que relata Hay que sacar al diablo es la del dolor de un colombiano que no ve cambios en su país, que las cosas en vez de mejorar, andan de mal en peor y nos invita a que no nos callemos teniendo voz, aunque eso a muchos les cueste hasta la vida. En el caso del compositor, como era de esperarse, recibió amenazas contra su vida y tuvo que irse a Estados Unidos como asilado político, territorio en el que aún vive.

Al inicio del Paro Nacional escribí sobre la canción de José A. Morales «Ayer me echaron del pueblo», les invito a leerla.

¿Qué le estará pasando a nuestro país?

Hay que sacar al diablo, no hay más que hacer. Esta es la frase con la que termina la estrofa antes del inicio del coro. Cuando comenzaba el paro nacional, tuve la oportunidad de hablar del tema con mis estudiantes entre 11 y 18 años y preguntarles cuál es ese diablo que hay que sacar de Colombia para que mejore nuestra situación.

Fueron varias las respuestas, personajes públicos que tanto daño le hacen a la sociedad fueron mencionados, la corrupción que día a día nos afecta, la falta de empatía que tenemos como sociedad y esa violencia sin sentido que no evita que pase un día en el que no se escuche en las noticias que una persona fue asesinada a manos de otro, algo tan triste como lo es nuestra indiferencia al normalizar estos actos repudiables.

Hay que parar la guerra con la canción, porque solo el bambuco tiene permiso de hacer llorar el alma de la emoción. Este mensaje esperanzador es lo que conmueve de la obra de Eugenio Arellano, pero que no evita pensar en que han pasado 32 años desde su estreno y la verdad nos seguimos preguntando: qué le estará pasando a nuestro país… Avanza el tiempo, pero no progresamos, es triste, pero es cierto y duele porque todos somos parte de Colombia y en el quehacer de cada uno está la posibilidad de cambiar para bien o para mal. Toda acción tiene una reacción y lo que hacemos hoy afecta y afectará a los que nos rodean. Hagan su elección.

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