TOKIO BLUES

 

Además de regresar 20 años en el tiempo, me volví a impresionar leyendo. Parece, a simple vista, una historia de adolescentes vivida por adolescentes: algo así como erecciones fallidas, noches cargadas de humo, toques de descontrol y una lucha por encontrar una motivación para «darnos cuerda», etc, etc, etc, pero en realidad es mucho más profundo el llanto, al menos desde mi retrógrado punto de vista.

Es ir más allá, así sea desde el miope ángulo de un veinteañero. Es encontrar sentido a la carga emocional que representa vivir ese tiempo. Es jugar con fuego y quemarse para salir lastimado de por vida y no poder levantarse más.

Leyendo Tokio Blues me di cuenta de que no estuve ni cerca de quemarme. Sentí un vacío, que nunca creí tener, sentí envidia de la vida tan convulsa de sus personajes, en especial de Watanabe. Si estuvieramos tratando con un paramédico podría decir que «este jovencito salió ileso», pero creo que en realidad fue el más lastimado. Caminar no quiere decir estar vivo, a veces caminamos como muertos… o peor,´caminamos con muertos, que nos llevan a sus tumbas y nos dan de comer.

Ese es uno de los sentidos que Murakami acaba de despertar en mí. Si nos fijamos con atención un momento en las personas que están a nuestro alrededor nos daremos cuenta de eso. Pero bueno, la historia nunca es presentada como de muertos, tal vez como de vivos sí. El título original de este libro es ‘Norwegian wood’, canción de The Beatles, cuya letra me acaba de hacer parar los pelos.

Es una historia impresionante, con pocos personajes, no más de 10, pero que cala hondo. Algún editor cultural del diario El País dijo sobre Murakami que era «opiáceo», ahora le creo. Seguiré comportándome como un muerto en medio de muertos. Aunque creo que nunca es tarde para arder, no sé por qué insisto en clasificarla como Novela Negra, no lo es.

Encontré que hay una película (http://peliculas.labutaca.net/tokio-blues), dirigida por Tran Anh Hung. Espero que no decepcione, aunque nunca hay que esperar mucho de estas adaptaciones. Tiene algo ya a su favor, y es que los actores japoneses están, sí o sí, cargados de carisma, lo cual no se puede dejar de lado en la historia. Volveré con más Murakami, no importa que descubra un nuevo vacío en mí (ノルウェイの森.

«La muerte no se contrapone a la vida. La muerte había estado implícita en mi ser desde un principio. Y éste era un hecho que, por más que lo intenté, no pude olvidar. Aquella noche de mayo, cuando la muerte se llevo a Kizuki a sus diecisiete años, se llevó una parte de mí».

Tokio Blues.

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