La inseguridad en Bucaramanga es un chiste de mal gusto

La inseguridad en Bucaramanga es un chiste de mal gusto.

Me encontré a don Alonso lustrando botas cerca al parque de las Mejoras Públicas, o a lo que queda de ese parque.

Con 71 años, Alonso, se gana la vida desde hace 13 años en los diferentes parques de la ciudad haciendo lo que mejor se le da: lustrar zapatos y poner conversa. La clave: betún de calidad y clientes fieles.

No está de más anotar que pocos, como los lustrabotas, conocen los detalles vulgares de la Bucaramanga oculta. Por eso comenzamos a hablar de la inseguridad de la ciudad y cómo esto le ha afectado su trabajo.

«Antes de la pandemia, podía hacerme unos 5 o 6 clientes casuales en un par de horas. Es relativo. Hoy en la mañana no trabajé mucho, a lo mejor a la tarde ya no pasa nada», pronostica.

«A eso súmele las ratas», se queja. «Ya la gente tiene miedo de salir a caminar con los zapatos limpios.»

A don Alonso le fastidia que no le hablen claro

Para hablarle a don Alonso sobre seguridad no tuve que emplear la jerga tecnocrática que suelen utilizar los expertos del tema, solo tuve que decir «A esa gente le hace falta juete para que aprendan». Obvio, yo soy muy ingenuo y no esperaba que me respondiera con un «Eso ya no sirve, esa gente ya no se regenera, solo sirven para pudrirse en una cárcel».

Le insistí en que las personas necesitan una segunda oportunidad y que los programas de resocialización pueden convertir en ciudadano al delincuente, pero el viejo me contestó: «Esa gente solo entiende a las patadas, a punta de plomo, desgastarse tratando de enseñarle modales a esos carroñeros solo es botar la plata, pero no falta el estudiante bobo que cree todo lo que le enseñan en la universidad».

Yo me quedé callado.

Pero como él hay muchos. Por la calle va gente que ya no cree en la sofisticación para acabar con el hampa policausal, solo quiere salir a trabajar y no preocuparse por las motos que le pasan cerca. Si mucho le creen al que habla sin tapujos, al que a punta de juete quiere arreglar la sociedad…

Al final y ya para despedirme le dije a don Alonso que es mejor la seguridad que la policía, me miró a los ojos mientras levantaba una ceja y dejaba escapar una leve sonrisa esquinera.

Pagué 10mil pesos y me metí rápido a una tienda. Uno ya no puede andar por ahí con los zapatos embolados porque lo van fichando de una.

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2 comentarios

    • Luz el 24 octubre, 2021 a las 9:43 pm
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    Don Alonso estas en lo cierto, la verdad sin tapujos. Dios lo bendiga y guarde

    • Wilder el 25 marzo, 2022 a las 12:48 pm
    • Responder

    Sabiduría popular de Don Alonso….como se van perdiendo las buenas costumbres….en una época donde lo artificial prima sobre lo esencial

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