CERCANOS A TENER FAVELAS

En pleno corazón de Cabecera se vive en horas nocturnas el producto del desgobierno y permisividad que ha venido haciendo carrera en nuestra ciudad. No solamente caminar se ha convertido en un dolor de cabeza. Se ha enquistado una zona que dadas las características de quienes la frecuentan y su comportamiento se denomina la calle “picha”.Es la carrera 34 comprendida entre la calle 48 a 51, sitio que los ciudadanos evitamos cruzar salvo que lo hagamos en carro blindado. La invasión masiva de carros equipados con la lobería de moda aceptada incluso por entidades que suponemos deben apoyar la generación de cultura ciudadana, al punto que en CENFER, en ocasiones celebran festivales y concursos del carro más ruidoso de la región.
Tal y como sucede en las grandes ciudades del Brasil donde han crecido (precarios e informales(favelas) con características muy similares a nuestros barrios de invasión y en algunas ciudades llamadas “ollas” generalmente habitados por quienes viven de la informalidad y muchas veces del delito en todas sus manifestaciones. La famosa calle picha frecuentada por jóvenes pertenecientes a todos los estratos sociales, quienes se confunden con jíbaros, menores dedicadas a la prostitución temprana empieza a ser invadida siendo la noche joven aprovechándose de la obscuridad allí reinante, convirtiendo la carrera y calles adyacentes en un parqueadero. ‘No solamente la ilegalidad es la característica de los visitantes ocasionales, los negocios de la zona expenden licores y cigarrillos a menores de edad y las chazas venden cigarrillos al detal y una que otra dosis de sustancias prohibidas, permiten fumar dentro de sus establecimientos. No entendemos los ciudadanos y menos los residentes del sector como las autoridades no proceden con energía desalojando así sea por las malas amparadas por códigos policivos y penales a los ruidosos deteniendo sus vehículos y decomisando los ostentosos equipos de sonido que por lo general llevan adherido un vehículo que puede incluso ser objeto de extinción de dominio por el hecho de encontrársele drogas y otras sustancias psico activas. La historia se repite como ha ocurrido con los ambulantes, taxis piratas, mototaxismo y conductores dedicados a infringir normas y leyes de tránsito quienes por actitudes laxas de las autoridades hoy son llagas enquistadas en nuestro diario acontecer ciudadano y generadores de inseguridad, inmovilidad, incomodidad y todo tipo de manifestaciones anormales en la sociedad que ha degenerado para nuestro caso en contar con toda clase de miembros incómodos de dudosa procedencia y costumbres propias de regiones vecinas, que hoy nos han llevado a adornar a nuestra ciudad con motes como la “ciudad chancleta” y morrocoyera, ésta última como denominan a Aguachica. Entre estos nuevos moradores contamos con los desplazados que llegan tras un subsidio y los despachados en buses interdepartamentales de otras ciudades que tras ser recogidos por sus autoridades son montados en trasportes colectivos y enviados como gesto de cortesía y hermandad a cuidar nuestros semáforos y aprovechar cualquier descuido de ciudadanos para convertirse en proveedores de otros negocios ilegales como los de la cadena de almacenes “Hurtado”, bajo la dirección de reconocidos reducidores que son intocables pese a conocerse su existencia y localización(el tierrero) por parte de las mismas autoridades policivas. Si bien las características arquitectónicas del sector que nos ocupa no son comparables con las construcciones rústicas de las favelas, el comportamiento de quienes allí se congregan es lo más aproximado a los acá descritos.

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