De Canadá nos llegó la semana pasada una historia fascinante: dos adolescentes de 17 años, hijos de inmigrantes, enviaron al espacio a un hombre de juguete de 4 centímetros de alto, registrando cada segundo de su viaje, por un costo de 400 dólares.
El proyecto les tomó unos 8 sábados; diseñaron un cubo en icopor super liviano al que le adaptaron tres cámaras digitales de segunda mano, una de video, un celular y una pequeña plataforma metálica a la que le pegaron el “astronauta” llevando una banderita pequeña de Canadá.
A este cubo le añadieron un paracaídas cosido a mano y un globo climático inflado con $160 dólares de Helio, y lo enviaron al espacio desde un campo abierto cerca de Toronto.
El celular tenía corriendo una aplicación GPS que bajaron de Internet, que le reportaba a un iPad las coordenadas en que se encontraba la “nave espacial” en todo momento. Bueno, al menos durante los primeros 7.000 metros de ascenso, pues allí la señal del celular se perdió.
Regresaron a casa, y mientras comían, el iPad empezó a “pitar” de nuevo, reportando que su astronauta había regresado a casa. Lo encontraron intacto, el fin de semana siguiente, 122 Km al oriente de su sitio de despegue, muy cerca de donde una página web les había calculado iba a caer el globo.
Cuando lo llevaron a casa, su sorpresa fue enorme: la “cápsula” había recorrido en su viaje de hora y media, 24.000 metros hacia el espacio (tres veces más alto que un avión comercial), en donde el globo había estallado, no sin antes tomar 1.500 fotos y un video espectacular que llegaron sanos y salvos a tierra.
Cuando el periódico “Toronto Star” publicó las fotos y la historia, los dos estudiantes imberbes, Mathew Ho y Asad Muhammad, conocieron la fama. Canon, fabricante de las cámaras digitales, les regaló unas semi-profesionales; LEGO, el fabricante del muñequito, les envió una nota de felicitación, y su video dio la vuelta al mundo.
La moraleja que deja esta historia es: la tecnología está ahí; bien utilizado, el Internet es una herramienta de investigación poderosa e ilimitada. Solo debe añadirse creatividad y empeño para lograr metas tan elevadas como esta: la de enviar un hombre al espacio por sólo 400 dólares. Alguien se anima a enviar al primer “colombiano” al espacio?