Planes de Ordenamiento Territorial: famosos pero desconocidos

Esta muy en boga hablar sobre los Planes de Ordenamiento Territorial (POT). Desaprobaciones, críticas y contradicciones hacen parte del panorama presente en la planeación de las ciudades colombianas, que para los ciudadanos de a pie, se entienden como discusiones netamente administrativas de las esferas gubernamentales. Craso error. El desconocimiento de las repercusiones que los POT tienen frente a la calidad de vida urbana, ha llevado a que los ciudadanos se desentiendan de los procesos de participación cívica que deberían asumir como un deber con su territorio. En aras de contribuir a dicha participación, explicaremos qué es un POT, para qué sirve y cuáles son sus principales componentes.

Los Planes de Ordenamiento Territorial son herramientas de planificación urbana que trazan los objetivos, las estrategias, las metas y los programas para orientar el desarrollo físico de nuestros territorios, es decir, son el manual de navegación que tienen las ciudades para visualizarse y ejecutarse en un corto, mediano y largo plazo. Para que se implemente un POT en una ciudad, basta con que ésta tenga más de 100.000 habitantes y que dicha población cuente con unas problemáticas espaciales. Es por esto que, en resumen, un POT busca articular las condiciones territoriales existentes con las necesidades de la gente y las características del territorio que se quiere.

 Si nos centramos en las funciones que tienen los POT, debemos decir que son bastante ambiciosas en su mayoría. Se debe comenzar por fijar cuál es el modelo de ciudad que se quiere; ésta meta inicial determinará las estrategias y la ejecución de programas para lograrlo, además de cuáles van a ser las alternativas de financiación. Por esta razón, los POT son diseñados con una vigencia de 12 años con el fin de que estás directrices no sean modificadas por intereses particulares o por las administraciones municipales de turno.

El punto de partida para comenzar un POT debe ser el diagnóstico de la región y de su población. Es por ello que, para considerar la mayor parte del territorio, los POT se constituyen de 3 componentes; componente general, componente urbano y componente rural. En el componente general es en donde se consigna el modelo de ciudad al que se le está apuntando, se analiza el desarrollo económico y social de cada zona y se estipula como se va a aprovechar y a clasificar el suelo según sus características. Por su parte, los componentes urbano y rural, delimitan el espacio urbano-rural en la ciudad, reglamenta la urbanización y la construcción en cada área y localizan el espacio público, la infraestructura colectiva y de servicios públicos entre otros aspectos.

Hasta el momento todo parece ser técnico y especializado, sin embargo, el papel de la ciudadanía juega un papel fundamental para la comprensión de las falencias urbanas. Los POT cuentan con la obligación de generar espacios de discusión y debate con la gente sobre los temas coyunturales y de decisión. La implementación de consejos territoriales y cabildos abiertos, están diseñados para incluir la voz de la comunidad en las decisiones gubernamentales de forma incidente.

Por todo lo anterior se hace necesario que entendamos lo trascendental de la creación de estos instrumentos para desarrollar nuestras ciudades. Si se cuenta con una ciudadanía informada, involucrada y participativa, estaremos atacando los problemas que afligen nuestro entorno de una forma más directa y efectiva. Asimismo, evitaremos que el desarrollo de nuestro hábitat sea tarea únicamente de los entes que nos gobiernan, y que quizás desconocen en alguna medida, las sensaciones que como actores del territorio si percibimos directamente.

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