En los últimos años hemos visto en la ciudad de Bucaramanga algunas intervenciones urbanas “diferentes” con respecto a las que tradicionalmente se venían dando. Elementos como pintura en las calles, materas con plantas y materiales reutilizados que hacen parte del mobiliario urbano, han empezado a emplearse en el espacio público de la ciudad. Esta modalidad de prácticas urbanísticas es conocida como Urbanismo táctico y ha despertado posiciones tanto a favor como en contra en la ciudad bonita. Pero, ¿Qué es el urbanismo táctico? ¿En qué consiste su aplicación? ¿Cuáles son los objetivos de este tipo de intervenciones? ¿Qué importancia tiene en las ciudades latinoamericanas? Lo explicaremos a continuación.
Acciones a corto plazo para cambios a largo plazo, es la consigna principal del urbanismo táctico. Estas intervenciones urbanas son consideradas acciones de bajo costo que ponen a prueba la viabilidad de la creación de cambios físicos a modo permanente o la necesidad de que se apliquen dichas alteraciones en el espacio urbano. Es por esto que no debemos equivocarnos. Pensar que el urbanismo táctico es la solución final a una falencia urbana es incorrecto; se debe asumir como una prueba piloto de modificaciones físicas del espacio público a beneficio de los ciudadanos en donde se debe albergar la posibilidad de que el resultado no siempre sea exitoso, con la ventaja de no haber sacrificado gran cantidad de recursos económicos.
Para sacar provecho y utilidad de estas herramientas urbanas se necesita la implementación de dos factores fundamentales: alianzas correctas y participación ciudadana. La colaboración y la asociación con instituciones públicas y privadas que quieran hacer parte de la aplicación de las intervenciones se vuelve valioso en aras de influir de forma más permanente en la planificación de la ciudad. Por otra parte, la participación ciudadana es fundamental. Para hacer este tipo de urbanismo no se requiere ser expertos en la materia, sino que se construye con base en el empoderamiento de ciudadanos con ideas de cambio y que estén dispuestas a trabajar en ellas. Estos dos componentes necesitan estar muy bien hilvanados para el éxito en el proceso.
Por su parte, es importante identificar cual va a ser el tiempo en el que estas acciones urbanas se van a poner a prueba y realizar un seguimiento de ellas para evaluar y sacar conclusiones. Al ser pruebas piloto sobre el espacio público, están en constante experimentación por parte de los ciudadanos y dependiendo de los resultados en el acontecer urbano, se debe dictaminar si vale la pena o no aplicar de manera permanente las modificaciones físicas propuestas por estas estrategias momentáneas.
Urbanismo táctico y función social
Una de las preguntas más frecuentes sobre el urbanismo táctico es cuál es su principal objetivo en la conformación de las ciudades actuales. Pues bien, uno de los aspectos importantes de hacer ciudad en el siglo XXI es el cambio de los actores involucrados en la conformación del espacio habitable. Anteriormente se pensaba que solo los arquitectos y profesionales afines tenían la labor de determinar los lineamientos a seguir en las urbes. Ahora no. Para las ciudades de este siglo se busca que sean lugares democráticos en donde la ciudadanía, en toda su complejidad, haga parte de ellas y se comprometan con la conformación de la mismas. Allí es cuando aparece el urbanismo táctico como una oportunidad para poner a la ciudadanía en el centro de la cuestión y que de esa manera se enriquezca el capital social urbano.
Es por este tópico fundamental que se pueden presentar problemas en el desarrollo de proyectos urbanísticos piloto. Se tienen en cuenta todos los factores, pero se pasa por alto la labor de la ciudadanía para acelerar la aprobación de los proyectos, olvidando que somos los ciudadanos los que nos vemos beneficiados o afectados por las decisiones tomadas por unos pocos. Es por esto que no debemos comportarnos netamente como veedores ciudadanos sino también como componentes activos de los lugares que habitamos.
A lo largo de la segunda mitad del siglo pasado y lo que llevamos del presente, han existido casos más y menos exitosos que han aportado a la planificación de las ciudades latinoamericanas. El caso más cercano lo encontramos en la ciudad de Bogotá, en donde en 1974 se inician los ciclopaseos mediante un grupo de ciudadanos que debido a la carencia de espacios públicos y recreativos se toman las vías vehiculares particulares y organizan salidas en bicicleta, patines y medios de transporte livianos los días domingos y festivos. Es tal la acogida que tuvo esta iniciativa que en 1995 el Instituto Distrital de Recreación y Deporte IDRD de la ciudad, decide tecnificarla y hoy día son 121 kilómetros de vías convencionales que hacen parte de las ciclovías y del disfrute de la comunidad bogotana.
Es en este punto donde el urbanismo táctico adquiere su valor. Es aquí donde este tipo de intervenciones sirven para eliminar barreras y se vuelven preponderantes en ciudades latinoamericanas que están más expuestas a la inequidad social y al desgobierno por sus problemáticas socioeconómicas. En Bucaramanga vale la pena hacer algunas preguntas con respecto a las intervenciones propuestas hasta el momento. ¿Qué papel cumplió la ciudadanía en el desarrollo de dichas intervenciones? ¿Cuál ha sido la respuesta de la ciudadanía ante las acciones urbanas implantadas? ¿La ciudadanía cuenta con la cultura cívica para poner a prueba de forma correcta el urbanismo táctico? ¿Se han asumido estas acciones urbanas como pruebas piloto temporales o como soluciones estéticas ante las falencias del espacio urbano? El tiempo se encargará de responder.
5 comentarios
Saltar al formulario de comentarios
Urbanismo táctico, me suena, me suena… Para mi es un deleite darme un septimazo cada vez que visito mi querida Bogotá. Prácticamente fue impuesto por nuestro ex alcalde Petro, al único que le sonaba la idea, protestas de los comerciantes a diario, también de órganos de gobierno, pero la gente del común nos sentíamos, con cada asentamiento del piloto, más seguros de que la séptima sin carros hasta la 26 no tenia reversa. Y así fue. Hoy la principal calle de Bogota desde el palacio de gobierno hasta la calle 26, 7×24 libre de automotores. Lo malo, vendedores ambulantes por doquier. Lo bueno, menos contaminación y más expresión artística. Dar el septimazo es mi recomendado número uno para cualquier persona que visita mi querida Bogotá. Pero bien, aquí el objetivo es Bucaramanga, qué hacer? Creo que lo fundamental es la vinculación de la gente a la iniciativa. Recordar que la ciudad es para las personas que la habitan hoy y las generaciones futuras, no todo es rumba y tampoco comercio, y lo más importante, espacios públicos que sean inclusivos, que favorezcan la movilidad de los habitantes con limitaciones físicas. Bucaramanga, la ciudad para todos!
Dentro del tal urbanismo táctico, debe entrar el reparcheo de vías, repintar las cebras, los pares, la zona o el espacio peatonal de las calles, instalar semáforos modernos,, reconstruir los andenes, guerra total al parqueo en las calles y sobre los andenes, solo esto haría más amable la ciudad para el peatón y muchos dejaríamos de utilizar el carro.
hola
cómo se puede suscribir al blog?
Autor
Gracias por interesarse en nuestro blog. Publicamos todos los lunes cada 15 días en la web de vanguardia. Allí podrá encontrarnos, leernos y aportar para construir una mejor ciudad.
Excelente decisión, pues antes que autos debe prevalecer la libre circulación, el problema es el control sobre los vendedores ambulantes como ocurre en la calle 35 donde a pesar que se recuperò el espacio, este fue ocupado por los vendedores que no permitian circular.