El problema con la cultura de la cancelación

Caminar por la Carrera 33 es más peligroso ahora, pero eso no impide visitar a los viejos amigos que se agrupan en San Pío con sus maletines naranja.

Juano, uno de ellos, me dijo que a diario escucha a los jóvenes discutir sobre la cultura de la cancelación, que los que más hablan sobre el tema son los que van al parque en busca de faso medicinal. «Ojalá cancelaran a esos ladrones que usan nuestro uniforme para atracar los restaurantes de Cabecera», me dijo.

Esta moda de cancelar todo lo-que-me-produzca-disgusto se ha disparado debido al poder de amplificación de las redes sociales, a las profundas divisiones de la sociedad y a las dificultades para corregir viejas desigualdades.

Vivimos un momento político especialmente tenso. La división ideológica entre la uribismo y petrismo en la política colombiana parece un abismo infranqueable. Esta peligrosa brecha nunca se ha sentido más amplia.

El descontento por el robo de 70mil millones de pesos, al menos en Twitter, se siente fuerte. En casos como el del Mintic, la cultura de la cancelación podría traer beneficios como no votar en un futuro por aquellos que se encuentren en medio de esa polémica. En últimas, sería la muerte política para quienes podrían llegar a depender del voto de opinión.

¿Cuándo es «matoneo» y cuándo «cancelación»? Es lo que al final Juano me preguntó. Yo no supe qué responder. Después de golpear nuestros puños solo me dio un consejo: «no camine con el celular en la mano, se lo pueden abudinear». Me despedí y me fui a esperar el Metrolínea.

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1 comentario

  1. la cobardia de los habitantes de cabecera y sotomayor que se encierran en sus casas como si fueran bunkers
    esta incentivando a los delincuentes, dizque comuneros Jaa, en lugar de estar atentos a defender su barrio que los vio crecer y hacerse mas ricos, se esconden y dejan a merced de los delincuentes las calles.

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