Capítulo 7: Un dolorcito

Hoy no pude ir a la misa del Señor Caído porque tenía un dolorcito bajo que no me dejó parar en todo el día de la cama. Y lo peor es que como se dañaron las tuberías y los baños están como sobaco de mono, me tocó mear todo el día en la olla de la aguapanela. En qué montaré los tragos mañana, por amor a Dios.

El pelafustán de Humbertico, todo el día en la pieza cascándole al banano como si le fuera a sacar oro a ese aparato.

  • – ¡Mamá!, ahí está ese pervertido sobándose con mis brasieres.
  • – Al menos él los usa para algo, déjelo.
  • – Se la voy a cortar con las tijeras del césped, después no diga nada.

Yo me quedé tranquila en mi pieza, orinando en la ollita y comiendo obleas que me trajo el viejo del peaje de Guarne. A los cinco minutos de la advertencia salió el hombre con los pantaloncillos en los tobillos corriendo tras la muchachita, que le había tirado una cocada de agua donde tenía descongelando una menudencia fina para la comida. Ya voltearon en la esquina y ¡todos los vecinos viéndole la herencia al muchacho¡ Qué pena que sepan que somos tan pobres.

 


 

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