Este cáncer invade día a día a las empresas y las lleva a ser lentas en un mundo que exige velocidad con calidad en los productos e interacción con los clientes o en el sector público, donde la politiquería en lugar de encaminar procesos de convergencia y dinamismo, lo que hace es contaminar logrando la inoperancia de un sistema que se mueve más por egos y caprichos, que por sentido común y tecnicismos en los proyectos.