Películas «mastodónticas», como Oppenheimer

Más que una crítica sobre la publicitada Oppenheimer que junto a Barbie de Greta Gerwig marcaron un hito de taquilla en este 2023, este es un comentario sobre la tendencia de algunos directores por materializar historias que sobrepasan las 2 horas y media, en lo que podríamos llamar películas «mastodónticas».

No me quiero remontar a ciertos clásicos como Ben Hur de casi 4 horas (Wyler 1959) o Érase una vez en América, de 4 horas: 10 minutos (Sergio Leone 1984) que tenían hasta «Intermesso», sino a algunas contemporáneas como El irlandés: 3h 30 minutos (Martin Scorsese 2019), La Liga de la Justicia: 4 horas (Zack Snyder 2021), Babylon: 3 horas15 minutos (Damien Chazelle 2022) y Oppenheimer: de 3 horas (Christopher Nolan 2023), cuyo formato digital facilita tener más grabación que las cintas de antaño.

En ellas encuentro unas coincidencias tanto en la crítica como en lo que me pasó como espectador. Obviamente, son obras cinematográficas con secuencias sorprendentes, grandes presupuestos que permiten contar con actores de primer nivel, efectos de imagen y sonido impactantes y marketing abrumador, que particularmente acepto y disfruto como amante de lo audiovisual, pero la sensación final que me queda es que por la extensión, en algún momento se extravía la unidad narrativa en cada una de ellas.

En otras palabras, es como si se contaran varias historias en una. A veces con diferente género, otras con actos finales que no tienen que ver con la premisa y otras que quieren resumir toda una vida de sus protagonistas en esas 3 horas.

En la producción más reciente del admirado Nolan, asistimos a la biopic del creador de la bomba atómica Robert Oppenheimer desde que era un joven raro y tenía alucinaciones cósmicas o microscópicas hasta que es juzgado por, no me queda claro qué, pasando por supuesto por la creación de la más intimidante arma de destrucción masiva vista hasta ese momento.

Tres historias que diluyen en mi forma de ver, los posibles remordimientos de este físico teórico frente a las consecuencias mortales de su creación.

Oppenheimer, cuenta con grandes efectos sonoros y visuales

Hay otras consideraciones. Babylon por ejemplo, tiene una secuencia inicial trepidante, con shows musicales y extravagancias del naciente Hollywood, pero una hora después entramos a un letargo narrativo, aparentemente justificado por el cambio que implicaron las técnicas de grabación del cine sonoro.

Zack Snyder director de La liga de la justicia culpó a los productores de la mala crítica por acortarla y tiempo después sacó su propio montaje con 4 horas que sólo alargaron la agonía del guion. Mientras que en El Irlandés, Scorsese se engolosina con sus extraordinarios actores: De Niro, Pesci, Pacino, en secuencias prescindibles.

No se trata de que la extensión sea algo condicionante para que una película nos emocione o nos deje pensando sobre algún tema, es que se encamine a cumplir con la promesa que mueve al héroe a conseguir o no un objetivo, como sucede en El Padrino II 3 horas 30 minutos, Apocalipsis Now Redux 3 horas 30′ y The Batman 2 horas 55, que cuentan con suficiente poder en su argumento para aguantar la duración.

Dirección Matt Reeves Protagonista Robert Pattinson

La mayoría de las que caen en su narrativa, están basadas en libros o comics. Pienso que los guionistas y directores tratan de ajustarse al máximo el texto original, afectando la adaptación audiovisual, cuando la clave está en mantener la esencia del relato.

En fin, a veces nos encontramos con obras monumentales, que caminan cadenciosas y coherentes sin importar el tiempo de duración, y otras, con impresionantes mastodontes que impresionan por su tamaño, pero con poca elegancia al andar.

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