Oscar 2019 ¿Hacia dónde va la Academia?

La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas es la organización responsable de los premios Oscar desde 1929. Está integrada por profesionales del cine en sus diferentes ramas quienes cuentan dentro de sus funciones no sólo premiar el mérito de sus colegas sino «mejorar la imagen pública de la industria del cine». Supongo que pensando en esa segunda función, a mediados del 2018 anunciaron que para el 2019 incluirían una categoría de películas populares, las llamadas blockbuster y ahí fue Troya.

Voces especializadas en el mundo cinematográfico se alzaron manifestando su inconformidad con la idea, pues era evidente que no se trataba de reconocer alguna excelencia artística sino de atraer a un público cada vez más indiferente con la ceremonia de premios y su transmisión televisiva.

El rating de los Oscar tuvo su punto más alto en 2014 cuando Ellen Degeneres como anfitriona logró, con su agradable conducción, que más de 47 millones de personas estuvieran pendientes frente a sus televisores. Desde entonces han venido perdiendo audiencia hasta llegar a la peligrosa cifra de 18.9 puntos de rating en el 2018, lo que significa una disminución aproximada de 10 millones de personas. Este descenso hizo prender las alarmas.

Aparentemente, la Academia cedió ante la presión mediática y no abrió la dichosa categoría. En lugar de eso aprovechó la ampliación del número de películas en la categoría principal a 8, para incluir en 2019 a ¡Pantera Negra, Rapsodia Bohemia y Nace una Estrella! Es decir, de todas maneras encontraron una forma para que las películas con mayor referencia dentro de la audiencia no se quedaran por fuera. Incluso las de aire independiente como la mexicana Roma y la inglesa La Favorita, no lo eran tanto y en el caso de la mexicana ya era bastante popular por su arriesgado estilo y por la campaña promocional por parte de su casa productora Netflix.

Ellen Degeneres con actores de los Oscar 2014 en la selfie más vista de la historia

La versión 91 se realizó el 24 de febrero de 2019 y los resultados en materia de rating mejoraron: subió un 6% respecto al 2018, debido a esta y otras medidas que incluyeron no tener un anfitrión, mantener una cuota alta de referentes actorales de raza negra y reducir a 3 las horas del evento. Claro está que después de nombrar a Green Book como mejor película algún crítico que leí en twitter gritó ¡murió el cine! Otra comentarista dijo que Rami Malek ni siquiera debió estar nominado aunque resultara ganador en la categoría de mejor actor por su interpretación de Freddie Mercury y uno más se enfureció porque Roma y La Favorita debieron ser las triunfadoras de la noche.

La cantidad de televidentes subió, pero la crítica o los comentarios especializados no fueron los mejores ¿Entonces? Sigue siendo la eterna discusión entre lo artístico como algo inalcanzable y lo popular como lo básico. Particularmente no me incomoda que entren películas conocidas o que se abra una categoría para ellas siempre y cuando los criterios de excelencia no queden supeditados exclusivamente a lo comercial.

Digo esto, porque no hay que olvidar que los Oscar son una ceremonia de premios principalmente hollywoodense que tiene muy en cuenta los aspectos políticos y los intereses privados. No un festival como Cannes o Berlín donde se presentan las más variadas formas narrativas del mundo sin importar si tuvieron éxito en sus respectivos continentes.

Peter Farrelly levantando la estatuilla por mejor película 2019 para Green Book

Por otra parte, el mundo digital con sus plataformas de contenido en video ha conquistado a las audiencias jóvenes cambiando los hábitos de consumo y los gustos, al privilegiar la interactividad sobre la supuesta pasividad de ver cine, y aunque hay mucha basura audiovisual también se encuentran propuestas narrativas entretenidas, novedosas, irreverentes, reflexivas y en varios casos con buen nivel estético.

Por eso no veo del todo equivocado que quieran incluir las películas que la mayoría vimos con la familia por Netflix, HBO, Amazon o Hulu, lo importante es no perder de vista que el cine para ser premiado debe conjugar con maestría: entretenimiento, arte, industria, técnica y discurso.

Obviando la importancia del dinero para la promoción, considero que una película trasciende cuando alcanza un balance entre su estética, la historia y además es capaz de tocar el sentir de la gente y eso se refleja en muchos casos en la taquilla. Generar emociones en los espectadores es también un arte: hacernos llorar, sacarnos risas, incomodarnos, sorprendernos o enamorarnos tiene su valor, lo que hay es que identificar cuando es una fórmula y cuando un proceso con valor.

Rami Malek (Bohemian Rhapsody), Alfonso Cuarón (Roma) y Olivia Colman (La Favorita)

Si bien hace varios años no vemos grandes obras como El Padrino de Coppola, Taxi Driver de Scorsese, La Naranja Mecánica de Kubrick, Manhattan de Woody Allen o El discreto encanto de la burguesía de Buñuel, , también es cierto que han surgido nuevos géneros que han revitalizado la industria cinematográfica como el de superhéroes que tuvieron su reconocimiento en esta versión de los Oscar con los tres premios que se llevó Black Panther.

El siguiente reto para la Academia será premiar en la categoría de mejor película a una que no haya sido exhibida en salas de cine sino en plataformas digitales, es altamente probablemente que hacía hacía allá vaya en el 2020 conociendo la cantidad de usuarios que acoge día a día lo digital. Eso no sólo contribuirá a valorar lo alternativo sino que ayudará, según sus propios principios, a «mejorar la imagen pública del cine».

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