Loving Vincent, cine al óleo

¿Qué sabemos de Vincent Van Gogh? Podríamos decir rápidamente que fue un gran pintor holandés cuya genialidad no fue valorada en vida. Que su hermano Theo lo ayudó hasta donde pudo. Que en un momento de desesperación se arrancó una oreja y que sus cuadros llegaron a ser los más cotizados de la historia del arte después de su trágico suicidio… pero ¿En realidad se quitó la vida?

Esa fue la pregunta que se hicieron la pareja de animadores gráficos Dorota Kobiela y Hugh Welchman antes de realizar, tal vez sin saber, una de las obras modernas de la cinematorafía mundial, Loving Vincent (2017).

 

 

Como admirador que soy de Van Gogh ya había visto otras referencias cinematográficas como El loco del pelo rojo (1956) de Vincente Minnelli protagonizada por Kirk Douglas en el papel de Vincent y Anthony Quinn en el de Paul Gauguin, Vincent & Theo (1990) dirigida por Robert Altman con la interpretación de Tim Roth, y por supuesto Sueños (1990), de Akira Kurosawa en la cual se recrea una búsqueda del pintor dentro de sus cuadros por parte de un espectador, pero ninguna logró despertarme un interés tan completo como esta película de animación ¡pintada al óleo!

Ese es uno de sus atractivos: 65000 fotogramas pintados por 125 artistas con la técnica que caracterizó al atormentado pintor. Actores filmados frente a pantallas verdes, series de fondos pintadas a mano y secuencias en blanco y negro con técnica de rotoscopía para recrear situaciones que no dibujó Van Gogh.

 

 

Pero no es el único motivo para considerarla como otra obra de arte en sí misma. Loving Vincent tiene la misma estructura dramática de una de las películas más aclamadas de la historia, El ciudadano Kane (1941) de Orson Wells, donde se le encomienda a un periodista descubrir el significado de la última palabra que pronunció el magnate de la prensa Charles Foster Kane antes de morir, concluyendo que lo que dijo era lo de menos ante la complejidad del personaje. Loving Vincent no es un documental; prácticamente se trata de un thriller policiaco para tratar de entender lo que le pasó al pintor muerto, reconstruyendo sus emociones, pensamientos y acciones a partir de quienes lo conocieron.

La historia está guiada por Armand Roulin el hijo del cartero y amigo personal de Vincent, quien es convencido por su padre para que vaya a donde tenga que ir para entregarle a Theo Van Gogh la última carta que escribió su hermano. El joven quien sentía aprecio por el pelirojo y quien también fue inmortalizado en un de sus lienzos, se va interesando en las versiones que dan las últimas personas que tuvieron contacto con el pintor antes de su trágico final.

 

Armand Roulin

 

A Roulin no le cuadra el hecho de que Vincent se hubiera suicidado justo cuando estaba pasando por un buen momento, pues entre otras cosas había encontrado en el Doctor Paul Gachet a un médico, a un benefactor y posiblemente un amigo, quien lo trataba profesionalmente y además facilitaba el desarrollo de su excepcional genio artístico. Su hermano Theo había logrado vender en París un cuadro (el único) y además a Vincent se le veía inspirado día y noche.

Es interesante como la película nos mueve a hacer conjeturas sobre cuál de los personajes que van apareciendo pudo haber matado a Vincent o si en realidad se quitó la vida de un balazo en el estómago…

 

 

Esta es una pieza audiovisual en la cual además de la belleza, innovación y pertinencia visual hay unos personajes con objetivos claros, una estructura dramática que nos va llevando con delicadeza por un laberinto de versiones y sobre todo un objeto de búsqueda tan genial como controvertido, tan poderoso en lo que hacía pero tan frágil en su emotividad, tan valorado en la actualidad como rechazado en su época.

Al igual que en El ciudadano Kane, vamos construyendo o en este caso dibujando la dimensión artística, social e íntima del protagonista que ya no está.

Aunque después de unos minutos nos acostumbramos a la estética de esta animación no deja de movernos la emoción cada vez que dentro de la historia vamos reconociendo cuadros como el del Dr Gachet, La noche estrellada, La terraza de café por la noche, su cuarto, París, autorretratos, El campo de trigo con cipreses y en fin toda esa maravillosa obra truncada a corta edad.

 

Terraza del Café por la noche

Noche estrellada

El dormitorio en Arlés

 

Vincent Van Gogh murió a los 37 años con solo 10 de actividad profesional (1880 -1890) periodo en el cual dejó aproximadamente 900 pinturas al óleo entre retratos, paisajes y objetos, más de 1000 dibujos, varios de ellos incluidos en Loving Vincent bajo la mirada audaz de los polacos Kobiela y Welchman, quienes dedicaron 7 años desarrollando este proyecto, releyendo las cartas a su hermano Theo, visitando museos, hablando con expertos historiadores, acercándose lo más posible a su vida, obra y muerte.

No sé si al salir del teatro tengamos certeza de quien accionó el arma, lo que sí quedará claro es que asistimos a una experiencia artística única.

Comentarios

comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.