La iglesia católica tiene acostumbrados a sus seguidores a escoger papas septuagenarios quienes recorren el mundo proyectando una imagen de respeto y compasión hasta el día de su muerte o de su retiro por vejez como lo hizo Ratzinger, pero ¿Qué pasaría si se designara uno más vital, uno entusiasta y joven? ¿Podríamos imaginar un papado abierto, reformador y comprensivo? el director de cine Paolo Sorrentino pensó en un panorama confuso y radical.
El italiano ganador del Oscar por su película, La gran belleza (2013) presenta en su serie The Young Pope (2017) la situación hipotética de contar con un papa norteamericano de 50 años aproximadamente, voluntarioso, impredecible, atormentado y ultra conservador, quien a pesar de su juventud entra en un juego de control político con el manipulador cardenal Voiello, un experimentado sacerdote italiano graduado en tejer con destreza los hilos del poder en el Vaticano.
Sorrentino comenta que se inspiró de manera inversa en el papa Francisco, es decir, un día se puso a pensar en un papa que no fuera cercano a la gente, ni relajado con temas como el fútbol, la homosexualidad y el matrimonio, como es el argentino Jorge Mario Bergoglio, idea que completó cuando lo visualizó no como un adulto mayor sino como un Papa joven, de ahí salió Pio XIII.
En el desarrollo de la historia, el papa joven interpretado por Jude Law, no sólo ‘juega’ con los habitantes del Vaticano también lo hace con nosotros los espectadores pues no atinamos a definir si es un santo, un demonio, un farsante o un tremendo líder.
Nos gusta por ejemplo cuando se comporta como un humano cualquiera, con la necesidad de fumarse un cigarrillo, beber una gaseosa, tomar el sol o ‘deshacerse’ de algún mandatario incómodo o aburrido. Pero nos genera rechazo cuando extrema la persecución a los homosexuales, cuando se niega a comunicarse con sus seguidores o cuando utiliza los mismos métodos ‘non santos’ de Voiello para tomar decisiones.
Esa incertidumbre se extiende a la serie pues nos atrae la crítica inteligente enmarcada en un tono de humor negro, las escenas llenas de metáforas audiovisuales con un canguro recorriendo los jardines del vaticano y los flashback o recuerdos de su infancia en el orfanato, donde la hermana María y sus anhelados pero ausentes padres nos dan pistas sobre por qué Lenny Bernaldo, el papa joven, es como es. Sin embargo, llega a ser desesperante la falta de un objetivo claro del personaje principal y el ritmo contemplativo, lo que hace que al finalizar cada capítulo sintamos que no vamos a ninguna parte.
De igual manera, vemos que la historia gira irremediablemente en torno a la vanidosa personalidad de Lenny; lo cual no está mal siempre y cuando los personajes secundarios tengan fuerza y propósitos de peso. Lamentablemente, ni la madre María (Diane Keaton), ni el sacerdote que se crió con él, ni Voiello su antagónico son determinantes en la historia, de por si uno de ellos muere y es como si nada pasara, no nos mueve emocionalmente ni afecta la trama.
Y es un desperdicio porque el tema es bien interesante y los actores de primera línea a nivel mundial. Hay norteamericanos destacados como James Cramwell y la ganadora del Oscar Diane Keaton, el italiano Silvio Orlando quien interpreta con gracia a Voiello, la actriz belga Cécile de France, la sorprendida asesora de comunicaciones, el polifacético español Javier Cámara quien da vida al sacerdote Gutiérrez y por supuesto el inglés Jude Law en un papel diseñado para que se luciera actoralmente.
Esas desventuras narrativas me complicaron la llegada al último capítulo, aunque admito que no fue decepcionante como pensaba. En lo particular me gustó el discurso final de Pio XIII ante una abarrotada plaza de San Pedro, donde describe la idea de un Dios sólo perceptible en una de las características más bellas del ser humano.
Financiar la serie no fue fácil por las pasiones irracionales que despierta el intentar cuestionar la conducta de un jerarca de estas dimensiones y porque además nos muestra un papa que pretende ajustar la iglesia a los tiempos modernos con tácticas de otros siglos. Paradójicamente, esta situación limitante lo llevó a buscar apoyo en diferentes países logrando unir a productoras como Sky, HBO, Canal+, Wildside, Mediapro y Haute et Court TV, en Colombia se vio por Fox Premiun.
La visita de Jorge Mario Bergoglio a Colombia en este mes de septiembre de 2017 me motivó a contarles sobre El Papa joven, en parte porque es una oportunidad para hablar de una serie extraña que por su estética es parecida a las películas setenteras italianas y por su contenido es una especie de House of Cards en el Vaticano, y en parte porque las palabras de un papa podrían acordarle a los fieles de su iglesia lo que es fundamental en el pensamiento cristiano.
El papa Francisco obviamente no es Pio XIII pero si ha generado polémica por ciertas frases que ha pronunciado como: “También los criminales gozan del inviolable derecho de la vida” y “Todos tienen que unirse en la amistad social aunque uno piense de otra manera o tenga otra convicción” y como nuestro país sigue polarizado en torno a la incorporación de la guerrilla de las Farc a la vida civil colombiana sería interesante escuchar en sus discursos lo que piensa del proceso de Paz, la metodología que adoptó el gobierno colombiano para llegar a esos acuerdos, la reconciliación y el perdón.
The Young Pope no tendrá segunda temporada por lo que nos quedan estos 10 capítulos para preguntarnos si los papas son personajes con categoría de divinidades o son básicamente unos hombres con un poder exorbitante.
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