FRANKENSTEIN: LO MEJOR Y LO PEOR DEL 2015

Haciendo un balance de lo que vi en salas de cine en este año 2015 me doy cuenta que lo que más admiré fue la obra de teatro Frankenstein producida por el National Theater de Londres pero curiosamente lo que más molestia me causó fue Víctor Frankenstein la película producida por 20th Century Fox,  ambas adaptaciones del libro Frankenstein o el moderno Prometeo de la inglesa Mary Shelley.

 

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La obra escrita por la joven Shelley en 1918 fue desde su publicación un objeto de debate porque plantea la posibilidad de que un humano, el científico Víctor Frankenstein, cree vida a partir de órganos y miembros de personas fallecidas. Otros elementos de reflexión en la obra son la transformación física, intelectual y moral de la criatura con sus cuestionamientos hacia su creador y el gran ego del doctor.

La discusión involucró a los líderes religiosos que planteaban la idea de que únicamente un ser superior podía crear vida y que por ese atrevimiento del personaje de ficción era que las cosas le habían salido mal. La ética científica también salió a relucir pues si bien la curiosidad humana es el motor que impulsa grandes avances no todo es válido en nombre de la ciencia, sobre todo cuando los experimentos se hacen en seres humanos o vivientes. Pero en las artes no hubo pelea; este ‘Prometeo Moderno’  fue acepado desde el mismo momento en que vio la luz editorial trascendiendo en el tiempo para convertirse en un ícono de los personajes de terror en literatura, teatro y cine.

Aunque la obra del National theater de Londres se presentó por primera vez en el 2011, en nuestro país sólo la pudimos ver en el 2015 a través de la cartelera alterna de Cine Colombia con toda la magia que dan las tecnologías de comunicación y proyección en salas.

 

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Gracias a esto vimos en los papeles principales a un par de actores fuera de lo común como lo son los ingleses Benedict Cumberbatch y Jonny Lee Miller: histriónicos, poderosos, convincentes, con matices en cada uno de sus actos y además con el plus de sorprendernos al alternar sus personajes del Dr. Frankenstein y la criatura cada noche.

Es decir, un domingo de junio apreciamos a Cumberbatch en el papel de Frankestein y a Jonny MIller como la criatura y el martes siguiente nos sorprendimos cuando Cumberbatch apareció como la criatura y Miller como el atormentado científico sin que la calidad disminuyera, poniendo un punto muy alto en la interpretación actoral.

La obra conjuga la estética del teatro clásico inglés con la modernidad en el montaje que le imprimió el director Danny Boyle un director de cine  admirado desde que realizó Transpointing y posteriormente la ganadora del Oscar ¿Quién quiere ser millonario?

El incluyó parte del lenguaje cinematográfico en la obra de teatro con efectos de sonido y luces aportando a la poesía visual planteada en la escenografía. Algo parecido en concepto a lo que hizo en la inauguración de los juegos Olímpicos de Londres en el 2011 en la cual tuvo a cargo la fastuosidad de este evento en vivo visto por millones de personas en el mundo y la transmisión televisiva.

Click aquí para leer el Artículo sobre la dirección delos Olímpicos 2011 de Danny Boyle

Y en cuanto a la trama, resumo su poder de reflexión con un diálogo en el que la prometida de Frankenstein le pregunta sobre el por qué de su desesperado intento por revivir materia muerta dejando prácticamente abandonados a sus seres queridos, incluyéndola, Víctor notablemente preocupado porque la criatura que creó tomo consciencia de su soledad y lo anda buscando para cobrarle su paternidad, le contesta que ella no entiende la magnitud de su trabajo al crear vida de la nada y ella asombrada le dice:

 

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¡si tanto le obsesionaba crear vida por qué no me embarazó!

 

Sin embargo, en noviembre de 2015 la 20th Century Fox presentó su película Víctor Frankenstein la cual fui a ver con el gran entusiasmo que me había dejado la obra del National Theater Live, pero lo que encontré fueron actuaciones exageradas de McAvoy en el rol de Frankestein (Profesor Xavier en X men) y de Daniel Radcliff (Harry Potter) como Igor el ayudante del científico, posiciones maniqueas y obsesivas en el parlamento de todos los personajes que no nos dieron la oportunidad de analizar nada y unos efectos visuales que en lugar de estar al servicio de la historia bien parece que hubieran sido puestos para despertar a los desesperados espectadores. Un verdadero bodrio, como diría el crítico cucuteño Iván Gallo.

 

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Lo cierto es que este tipo de terror gótico sigue siendo una fuente de la cual bebe el cine pues ya se han realizado  más de doce versiones desde 1931 cuando se presentó Dr. Frankenstein de James Whale  protagonizada por el legendario Boris Karloff, hasta la versión de los años noventa de Francis Ford Coppola con Robert DeNiro, Helena Bonham Carter y Kenneth Branagh, unas con mayor fidelidad al texto literario otras buscando otros puntos de vista del mismo hecho.

Lo rescatable de mi buen y mal encuentro con Frankenstein en el 2015 es que me mandó directo a la librería a buscar el texto original de Mary Shelley no sólo para comparar las adaptaciones sino para valorar una obra escrita por una joven de tan sólo 18 años que a esa corta edad ya planteaba la creación de vida y el desafío a la muerte como un misterio y un reto para la humanidad.

 

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