Hace mucho no celebraba el triunfo de una película en alguna ceremonia como lo hice la noche del 11 de enero de 2015 viendo la entrega 72 de Los Globos de Oro, considerada la antesala de los Oscar. Como si se tratara de un gol de James Rodríguez en el mundial de Brasil saltamos de la cama con mi hijo al escuchar que la prensa extranjera en Hollywood le otorgaba el máximo galardón a Boyhood como la mejor del 2014.
La estrategia publicitaria que se utilizó para promocionar la película fue que se grabó durante 12 años viendo crecer a los actores que comenzaron siendo niños de 5 y 7 años aproximadamente hasta que son adolescentes de 15, un hecho curioso fuera de lo común que se podría atribuir a las dificultades con que se realiza cine pero no fue así ni es lo más importante. Boyhood fue pensada para que se grabara durante este tiempo un par de semanas cada verano pues la idea de su director y guionista era presentar con gran verosimilitud las situaciones cotidianas que viven los personajes en ese lapso.
Linklater ya había incorporado el paso real del tiempo como un elemento fundamental para contar sus historias: la trilogía romántica Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes de Media noche es un ejemplo de ello en donde los protagonistas Ethan Hawke y Julie Delphy representan a unos jóvenes veintiañeros que se gustan en la primera y terminan la última casados siendo adultos de cuarenta. Tuvieron un promedio de 8 años de diferencia entre la grabación de cada una de ellas.
Pero Boyhood es especial, no solo te sorprende viendo el cambio de los niños Ellar Coltrane (Mason Jr) y Lorelei Linklater (hija del director) también te llega la actuación de Patricia Arquette conocida por la serie de TV Medium y la interpretación de Ethan Hawke el actor favorito del director. Lo esencial es que nos pone a mirarnos en ese espejo cinematográfico, como si nuestra vida, tal como la asumimos, fuera una película (en particular si somos separados y tenemos un hijo)
Y no es que sea una cuestión de similitudes cósmicas, es que Linklater escogió las vivencias sencillas de él para hacer cine, que en últimas son parecidas a las de la mayoría de los mortales sólo que no están mediadas por la espectacularización que estamos acostumbrados a ver en la pantalla grande, es decir los personajes se enamoran pero no es para toda la vida o un trasteo puede ser un drama para los niños porque se deja un mundo atrás mientras que para los padres es cuestión de economía, pero luego no deja de ser solo un recuerdo.
Lo complejo es que el punto de vista no es solo de Mason Jr, en paralelo acompañamos a la mamá en su compromiso por salir adelante con sus hijos después de la separación, sus intentos fallidos por entablar nuevas relaciones, su empeño por estudiar y así mejorar su economía limitada por lo que pasa con su ex esposo que a propósito podría ser el antagónico, sin embargo llegamos a entenderlo pues es un liberal idealista, un tanto disperso pero siempre pendiente de sus hijos, de escucharlos, orientarlos y compartir momentos divertidos.
No podemos ponernos en contra o a favor de ninguno de ellos pues los humanos tenemos momentos acertados y otros desafortunados según desde donde se mire, de tal manera que al final me quedo con la alegría de encontrar a seres similares en gustos y proyectos para compartir la vida como le insinúa Mason a su hijo cuando este termina con su primera novia «no estaban en la misma onda» le dice.
Narrativamente Boyhood conserva el estilo del director, con planos secuencia sustentados en diálogos inteligentes, guiones sin giros evidentes o radicales, con situaciones lo más cotidianas posibles, con héroes de carne y hueso que no necesariamente triunfan o pierden, con ciudades que te hablan, con el paso del tiempo acechándote y con una pregunta en el ambiente ¿cuál es el sentido de la vida?
Con el paso del tiempo sentimos el peso de las experiencias en cada uno de los personajes, pero vuelvo a lo mismo no son unos actores cambiando emocionalmente es que somos nosotros en la pantalla, por lo menos yo ya había vivido lo que el personaje de Ethan Hawke pero no sabía como iba a terminar la relación de él con su hijo, con su ex esposa y con su actual novia. Linklater ya lo había vivido y nos lo contó con la belleza de lo simple, con la sabiduría que dan las experiencias.
Cuando terminamos de ver Boyhood sólo pudimos exclamar «ese director tiene huevo» perdón por la expresión pero fue así, teníamos la sensación de estar frente a algo épico sin la magia de los efectos especiales. No pensamos que la crítica especializada la premiara como lo hizo en esta versión de los Golden Globes en donde además de mejor película del 2014, Patricia Arquette fue galardonada como mejor actriz principal y Richard Linklater como mejor director.
No dejo de pensar que estuvimos sentados viéndonos en una película que hizo un señor de Texas basada en aspectos de su vida aunque perfectamente pudiera ser la de nosotros mismos. De por si la vimos con mi hijo y mi actual pareja y era inevitable escucharlos en algún momento comentar que también vivieron una situación similar en alguna de las escenas.
Mi característica al ver películas es que tiendo a comparar las experiencias personales con la historia o con los personajes, de tal manera que es inevitable hablar de si me identifico o no y con Boyhood además de asistir a una pieza maestra me sentí frente a un espejo.