Algo que me llamó la atención de tres películas con nominaciones al Oscar 2014 es que varios de los roles principales son de pintorescos timadores profesionales: Jordan Belfort en El lobo de Wall Street, Irving Rosenfeld en Escándalo americano y Hal el esposo de Janet en Blue Jasmine, tres estafadores que si vemos con cuidado podrían ser perfectamente uno de los nuestros.
El primero aprendió a ser un hábil depredador de los dineros que le sacaba a gente del común para que invirtieran en empresas poco prometedoras; un lobo que asustó a los grandes tiburones de Wall Street, por su éxito y el de su loca manada de corredores de bolsa, hasta que sus excesos llamaron la atención de los medios y del FBI.
Su firma, Stratton Oakmont, llegó a ser una especie de Interbolsa: esa fabulosa inversora colombiana, próspera y distinguida, que embaucó a varios de sus clientes al jugar con su dinero, haciendo transacciones sin el respaldo necesario. No sé si los criollos tuvieron la cantidad de drogas y prostitutas con las que Belfort animaba a sus socios y empleados pero lo que si se es que ambos conocerán, momentáneamente, el frío de la cárcel.
Un prototipo de Jordan Belfort a la colombiana, podría ser David Murcia el dueño de la captadora ilegal de dineros DMG, un tipo que convencía a los clientes de duplicar sus ganancias en meses, que se refería a ellos como su familia, que entregaba electrodomésticos como premios, alguien realmente pintoresco que fue capturado en la cálida Panamá cuando descansaba en su lujoso yate.
El segundo, Irving Rosenfeld de Escándalo americano, no es tan atractivo ni glamuroso como Belfort, es más bien de estilo ordinario como Murcia, pero igualmente logra convencer a gente de clase emergente para que invierta en un `paraíso`, en un cielo que para muchos vendría con el respaldo del falso acento inglés que hace su sexy cómplice Sidney Prossier. Lo que pasa es que llegan a su red un desquiciado agente del FBI y un mafioso de grandes quilates interpretado por el siempre convincente Robert De Niro, quienes fastidiarán sus intenciones.
Es que vender intangibles como acciones o la salvación eterna da buen resultado pero debe hacerse con discreción, sino que lo diga la familia Piraquive dueña de una de las sectas religiosas más poderosas que existen en nuestro país, con brazos en la alta política y millonarias inversiones en los Estados Unidos, actualmente involucrada en un gran escándalo a raíz de un video difundido en YouTube, donde Maria Luisa Piraquive, la `reina` del emporio, discrimina a las personas con alguna discapacidad. Esto atrajo a la Fiscalía general de la nación que fue más allá al incluir en la investigación el origen de la fortuna y posibles vínculos con grupos al margen de la ley.
El tercero, Hal, no es el protagonista de Blue Jasmine pero si es quien afecta la percepción de realidad en la protagonista. Es como los otros dos, un asesor para que la gente compre acciones que supuestamente los va a volver millonarios, cuando es él el que vive como un rey en Nueva York junto a su esposa de nombre Janet, quien para estar acorde con su nuevo estatus se lo cambia por Jasmine.
Al ser capturado, Jasmine pierde el dinero, el glamour y el poder que manejaba con total suficiencia y se va convirtiendo poco a poco en un ser `descocado` que le cuenta a los desconocidos su época de gloria, se pelea con su hermana quien gentilmente la acoge, hasta que llega al punto de hablar sola sobre sus recuerdos y añoranzas.
Son, sin duda, personajes atractivos para la pantalla grande pues aparentan ser ejemplares pero desafían con su ambición las leyes, la confianza de los que los rodean y algo bien grave, la fe de gente sencilla que confía en ellos.
Si los productores de Hollywood hubieran venido a Colombia sus películas probablemente se hubieran llamado: ´Interbolsa, el escándalo colombiano´, El lobo de DMG y Blue María Luisa.
Este tipo de personajes de la vida real son un bocado delicioso para que los actores los interpreten con matices, con locura, con excesos, para que los guionistas jueguen con las situaciones extremas a las que nos pueden arrastrar, para que los directores se tomen dos y hasta tres horas para mostrar cualquier anécdota, lo que puede ser incómodo para el espectador acostumbrado a una hora y media pero que agradecemos los que gozamos con el éxito y caída de estos anti héroes convertidos en estrellas.
Lo que sorprende es cómo los embaucadores pueden seguir captando adeptos en la vida real, cómo siguen siendo personajes atractivos para la gente que los sigue en la política, en la iglesia y en las finanzas.
Hay una escena en El lobo de Wall Street en la que una periodista de una influyente revista va hasta la oficina de Jordan Belfort para hacerle un reportaje, él la atiende de la mejor manera y ella le hace unas preguntas que van desde la admiración por su rápido éxito como por las dudas que rodean la empresa. Al otro día, Belfort se siente devastado al ver que el artículo no es del todo favorable; sin embargo su esposa le hace notar que salió muy bien en la foto que acompaña ese pesado texto.
Belfort se va para la oficina y su sorpresa es aún mayor cuando lo reciben con aplausos tanto sus empleados como varios jóvenes que a raíz del artículo o mejor de la foto querían trabajar con él, lo felicitaban por aparecer en ese medio de comunicación tan importante y porque además era fabuloso que lo hubieran llamado, El Lobo de Wall Street.
Lo fácil es echarle la culpa a los medios pero ¿dónde está la capacidad crítica de los ciudadanos? ¿si leen periódicos o escuchan noticias o contrastan informaciones en internet o ven algún programa de debate o análisis?
Cientos de personas agotaron la revista Semana por la portada donde apareció la señora Piraquive, pero ¿analizaron el artículo? No creo. Es más, es muy probable que aumenten sus seguidores y los del grupo político derivado de su iglesia, después de todo salió en primera plana de una revista respetada, sonriente y lo mejor, con la contundente afirmación: “El diablo me tiene miedo”
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Si Hollywood replica los escándalos y actos engañosos como una herramienta del entretenimiento, en países como Colombia se mantienen vigentes gracias al desinterés de su gente por confrontar su realidad, y por alimentar la más desfachatada de las ignorancias. Ahora que el entretenimiento de nuestro país se decora con material electoral, salen a relucir las propuestas para mantener el escándalo tanto por parte de los «lobos», como de los «pastores» (léase Piraquíve y todos los demás encubiertos…). El cambio de nombre que hace la protagonista de la cinta de Woody Allen, por creer que pasó a una mejor vida, lo repiten en Colombia los que cambian de partido, de padrino, de estrategia; todo con la intención de mantener un público apoltronado para contemplar y subirle el rating al escándalo. Un público que se hace el que no entiende, o que no le queda tiempo para entenderlo; un público que hasta ahora descubrió que existe el voto en blanco, pero que de igual forma teme utilizarlo, un público tan digno de sus escándalos que se acomoda en primera fila para no perder el detalle de la obra, pero que de igual forma se queda dormido sin entenderla. Ah, pero eso si, con el firme compromiso de mantenerla durante otros 4 años. Esto y todo lo demás es entretenimiento en nuestro país. Debe ser por eso que Hollywood posiciona tan bien sus películas.
dónde está la capacidad crítica de los colombianos? por qué será que comemos cuento del primer avivato que se aparece, en cualquier plano de la sociedad? para la muestra, un botón: aquí en Bmanga se han venido de un departamento vecino a llenarnos con sus baratijas y culebreros, nos invadieron… y nosotros los santandereanos contentos (?). Alguien dijo: por qué no estalla una revolución? Eso es.. ante cada nuevo «negocio» debemos reaccionar.. qué trae de bueno para mí, para nosotros? Al final la revolución los va a sacar… como sea, para su tierrita «Hombre»
Quería hablaros de JamesonNotodofilmfest, el festival internacional de cortometrajes de referencia en Internet. Este año reparte 51.000 euros en premios, incluyendo el Premio Latinoamérica en corto que galardona al mejor corto latino a concurso. Los cineastas interesados pueden enviar su cortometraje – no superior a 3 minutos y medio- antes del 4 de marzo de 2014, hasta el 20 de marzo si participan en las categorías Jameson Triple Destilación o La Térmica al Mejor Proyecto de Serie Web. Más información sobre cómo participar aquí: http://www.jamesonnotodofilmfest.com/bases.html
Que interesante ver los distintos puntos de vista y como somos influenciados a veces sin darnos cuenta… pero bueno eso es el cine, es un arte, y simpre es necesario analizarlo. gracias.