Después de ver la trilogía del director Richard Linklater, Antes del amanecer 1995, Antes del atardecer 2004 y Antes del anochecer 2013, confirmo que el cine además de ser ilusión y movimiento, también puede ser el arte de la conversación.
No hay muchas películas que tengan diálogos divertidos, ingeniosos o profundos sin ser pretenciosos. Las de Woody Allen o las de Quentin Tarantino pueden ser un prototipo de ello porque vemos gran cantidad de personajes que les gusta hablar, reflexionar o contar historias.
No son muy populares, pues por lo general se va a cine a ver y a oír pero no a mirar y escuchar, verbos y actos que encierran diferencias notables, como lo planteó Héctor Abad Faciolince en su más reciente columna de opinión. Enlace al artículo completo
Según el escritor colombiano, las dos primeras no requieren concentración o interés. Con las dos últimas vamos a los detalles y buscamos el sentido de cada frase. A eso nos invita Linklater con la historia de Celine y Jesse contada en tres películas interpretadas por los mismos actores Julie Delpy y Ethan Hawke con diferencia de nueve años entre una y la siguiente, es decir casi tres décadas reales.
Además de ver a los personajes aumentar la edad, que es un plus, me sorprendió que las tres cintas están soportadas en los diálogos que tienen mientras recorren la ciudad o comparten un café en un lugar turístico.
En la primera de ellas, Antes del amanecer, los personajes que están cercanos a los veinte se conquistan en un día de caminata, no preparada, por Viena; por supuesto hay un gusto o atracción física inicial pero lo que los enamora es lo que se dicen en donde curiosamente no se escucha la palabra amor.
La historia de Celine y Jesse queda en suspenso y la retomamos en Antes del atardecer, cuando están en los treinta y donde las decisiones van más allá del enamoramiento, afectando a otros. Es una película con muy pocas secuencias, pensaría que no más de cinco, y nuevamente el director y guionista solo nos muestra sus encuentros y la conversación. Si van a ver escenas amorosas con besos o cama, es precisamente lo que no encontrarán pero la fuerza de las reacciones emocionales nos convencen que es hora de formalizar.
¿Qué clase de relación afectiva tienen si no mencionan la palabra amor o me gustas o eres fascinante o me complementas?
A mi modo de ver una muy cercana a la realidad, con lo pasional y lo aburrido, con lo divertido y lo molesto, con momentos de no querer separarse ni un minuto hasta no te quiero ver más.
Por eso la tercera de la saga, Antes del Anochecer, da un giro que nos estresa pues la pareja está en los cuarenta y tantos, llevan ocho años juntos pero cargan a cuesta el divorcio de Jesse, la relación con su hijo a quien sólo ve en vacaciones y la incomodidad de Celine con su vida a la que siente estancada y de gran manera dependiente de Jesse. Todo esto explota cuando aceptan la invitación a pasar un rato de descanso en la casa de playa de unos amigos, al borde del hermoso mar Griego.
Una tremenda escena mientras comen todas las parejas allí reunidas nos dejan ver las diferentes concepciones del amor que tienen según la edad de las parejas, su estrato económico, nivel cultural y claro está, si la visión es del hombre o de la mujer.
Está la dulce idealización de los jóvenes, el ácido de los cuarentones, la nostalgia de los mayores de sesenta, y entre el vino, la comida marina y la risa comenzaron los reproches de Celine que más adelante adquirirán un nivel preocupante.
Jesse es un escritor de origen norteamericano, calmado, creativo y tiene reconocimiento social por sus libros basados en sus experiencias de pareja, Celine es francesa, tiene una conciencia social grande, es promotora del cuidado por el medio ambiente, crítica e impulsiva, la pregunta es ¿cómo resolverán la crisis de los ocho años juntos donde parece que se estancan todas las cosas incluyendo la sexualidad?
Esta trilogía nos deja inquietos, es como un espejo de la vida en pareja, sin la cursilería del amor eterno ni la obligación del contrato matrimonial, donde hay romanticismo en contextos modernos, donde los personajes tienen carácter para enfrentar charlando sus inconformidades y sus pasiones, donde el entorno también habla y en donde se juega la esperanza de una convivencia armónica.
Dice una amiga mía: – ¿qué hacen las parejas además de tener relaciones sexuales? y se responde con sarcasmo, – pues hablar y si esa parte no es entretenida ¿cómo pueden continuar juntos?
Como esos personajes de Cortazar en Rayuela que recorren París, que hablan de música, literatura, arte en general, de política, de lo etéreo y de lo terrenal, que tienen relaciones sexuales, carencias económicas, que se dejan, que se apoyan, en fin, así me sonó Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del anochecer, una metáfora del paso del tiempo en las relaciones de pareja.
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En Bucaramanga, la ciudad desde donde escribo, existía un pequeño lugar cuyo nombre jugaba con las palabras para destacar la importancia de charlar, se llamaba Café Converso, duró quince años y era el punto de encuentro de amantes de la literatura, el cine, la pintura, la música pero ante todo de la conversación.
Dejó de existir y aun no sé en qué se convirtió o dónde está pero es una pérdida para los que nos gusta compartir nuestro mundo de la vida en un ambiente acogedor por su autenticidad.
Lo traigo a colación a partir de estas películas en donde la ciudad también parece hablar y dependiendo de la amabilidad de sus espacios brindará la oportunidad para que se den encuentros interesantes, como los de Jesse y Celine.
2 comentarios
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..por favor escriban una columna sobre la invasión paisa en Bucaramanga, estamos cansados de estos culebreros…fuera paisas !!! En la cra 36 entre 48 y 49 hay almacenes de estos estafadores….ojo!!
También me gustaría, apreciado Mario, conocer esos sitios donde se pueda concocer damas que les guste conversar y conversar de temas interesantes, no solo en Bucaramanga sino acá en Bogotá.
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