Snowden y La vida de los otros

La situación  de Edward Snowden, el ex técnico de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense, quien vive desde hace tres semanas en un aeropuerto Ruso, tiene grandes visos cinematográficos, tanto en su planteamiento como en su forma, aunque todavía no tengamos el final.

 

Edward Snowden ex miembro de la NSA

Edward Snowden ex miembro de la NSA

 

Snowden de treinta años de edad, se encuentra como Tom Hanks en la película La Terminal: atrapado en el aeropuerto Sheremetyevo de Moscú después de revelar la forma en que su país espía vía telefónica e internet a personas de varios países en el mundo, incluyendo naciones amigas.

Apenas se destapó el escándalo Estados Unidos le invalidó su pasaporte, por lo que el hombre quedó varado en la zona de tránsito de la terminal 7, desde el 23 de junio de 2013, donde duerme, come y da ruedas de prensa.

Pero no me quiero quedar en la anécdota, que ya vivió el protagonista real de La Terminal, un señor de algún país separado de la antigua Unión Soviética, en donde se dio un golpe de estado y cuyo pasaporte quedó inhabilitado. El afectado estuvo en el aeropuerto Charles de Gaulle en París cerca de ocho años y Steven Spielberg adaptó su historia al cine incluyendo un toque de humor.

 

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El caso de Snowden no tiene humor pues el trasfondo de la denuncia, además de la obvia injerencia extranjera, es la obsesión por saber la intimidad de los demás.

Y para ello que mejor que repasar la película alemana, La vida de los otros, ganadora de aproximadamente 30 premios entre el 2006 y 2007, entre ellos el Oscar en la categoría de lengua no inglesa.

En ella vemos como le encargan al capitán Wiesler de la Policía Política en la República Democrática Alemana, vigilar al director de teatro Dreyman de quien sospechan que piensa diferente al régimen comunista que gobernó esta parte de Alemania después de la segunda guerra mundial. La película se desarrolla en la década de los 80.

Nada más el nombre y razón de ser de esa dependencia policial es censurable pero en realidad existió y a juzgar por lo que revela Snowden no es exclusiva de regímenes comunistas totalitarios.

 

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Wiesler interviene la línea telefónica de Dreyman y ubica micrófonos en diferentes partes de su casa, luego establece su base de radioescucha en el último piso del edificio y desde allí sigue aspectos de la vida del director teatral. En ese frío lugar, escondido como un ratón pasa sus tristes días transcribiendo lo que hablan: desde la relación sentimental, lo que piensa del arte, de la vida y de cosas intrascendentes.

El acucioso policía no cuestiona ni los métodos ni el hecho de meterse en la vida privada de alguien, hasta que sufre en carne propia lo que es sentirse vigilado, cuestionado y manipulado.

Estos hechos nos recuerdan uno igual de grave contado en la película Todos los hombres del presidente, de Alan Pakula 1976, donde Robert Redford y Dustin Hoffman interpretan a los periodistas que descubrieron la escucha ilegal que hacía el presidente de los Estados Unidos, el Republicano Richard Nixon a la convención del partido Demócrata, por medio de un sistema de micrófonos ocultos en el edificio Watergate del cual toma nombre el escándalo.

Aunque el laxo electorado norteamericano reeligió a Nixon, la gravedad del asunto, lo vergonzoso, anti ético y por supuesto ilegal, lo llevó a renunciar en agosto de 1974.

 

Huffman y Redford como  los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein

Huffman y Redford como los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein

 

Un hecho similar pero de mayores proporciones se vivió en Colombia durante el periodo presidencial de Álvaro Uribe, cuando la revista Semana publicó en 2009 una serie de artículos donde se evidencia el seguimiento ilegal que el Departamento de Seguridad DAS, dependencia del gobierno central, hacía a candidatos presidenciales, opositores políticos, destacados periodistas y lo increíblemente grave, a los jueces de la Corte Suprema de Justicia.

Buena parte de los colombianos aun considera estos hechos como veniales y hasta necesarios pues como dice el refrán “el que nada debe nada teme”, tal vez desconocen que la intimidad personal y familiar es un derecho fundamental amparado por la Constitución Nacional

ARTÍCULO 15. Todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar y a su buen nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar…

… La correspondencia y demás formas de comunicación privada son inviolables. Sólo pueden ser interceptadas o registradas mediante orden judicial, en los casos y con las formalidades que establezca la ley.

 

Ulrich Mühe como el capitán Gerd Wiesler en La vida de los otros

Ulrich Mühe como el capitán Gerd Wiesler en La vida de los otros

 

La película de Snowden aun no llega al desenlace, falta ver si es capturado por la policía de su país o si alcanza a ser protegido por países latinoamericanos de corte socialista que han expresado su deseo por darle asilo político. El otro final sería un juicio internacional al gobierno que espía, aunque es poco probable por temor al más fuerte o porque alguien puede considerar que es conveniente utilizar el internet para sacar información íntima.

En La vida de los otros alcanzamos a ver el derrumbe de esta forma de pensar y gobernar no sin antes haber dejado consecuencias fatales en los que injusta e ilegalmente fueron invadidos en su intimidad.

Mientras esperamos que la justicia internacional actúe, sería pertinente cambiar las claves de nuestras redes sociales y correo electrónico, sólo por precaución.

 

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