Los «pensadores influencers» de la red se han erigido como las nuevas figuras de autoridad en la era digital, sin embargo, esta denominación parece otorgarles un crédito que no han ganado. Como bien se apunta, muchos de ellos parecen ser meros ecos de ideas ajenas, niños intelectuales que se limitan a escuchar y repetir, más que a reflexionar y aportar al discurso colectivo.
En la superficie, el influencer se presenta como un ente poderoso, capaz de mover masas a través de plataformas como YouTube, Instagram o TikTok, dictando tendencias y moldeando opiniones. Pero, ¿hasta qué punto esta influencia se basa en una reflexión profunda y original? Algunas personas dicen que cuando los influencers en internet hablan con sus seguidores, parece que son amigos charlando, aunque en realidad no lo son. También dicen que a veces, lo que hablan no es muy importante o interesante, pero lo hacen parecer divertido para que más personas les presten atención.
Muchas veces, el discurso de estos influencers se caracteriza por la demagogia y la emoción más pueril, que busca más el aplauso fácil y la validación en forma de «likes» y retuits, que un verdadero enriquecimiento del debate público. La superficialidad se convierte en la norma, y la repetición ciega de ideas populares, en la fórmula para acumular seguidores y, por ende, poder e influencia.
En la era digital, la autenticidad y la profundidad intelectual parecen estar en retirada, dejando paso a una cultura de la repetición y la superficialidad.
Esta pseudo-intelectualidad digital promueve una cultura de la pasividad y la conformidad, donde los seguidores se convierten en meros receptores de un discurso que se recicla sin cesar, sin espacio para la crítica o la reflexión. La inmediatez y la facilidad de acceso a la información que proporciona internet, en lugar de fomentar un pensamiento crítico y original, parecen estar contribuyendo a la creación de una generación de eco-pensadores que, en lugar de explorar y cuestionar el mundo que les rodea, se contentan con replicar lo que escuchan en sus ecosistemas digitales cerrados.
¿Cómo identificar a estos niños intelectuales?
En el vasto mar de la cultura digital, navegan numerosos «pensadores influencers» que, con sus voces resonantes, prometen iluminar mentes y guiar opiniones. Sin embargo, no todos llevan un faro de sabiduría genuina. Identificar a los verdaderos pensadores de entre la multitud requiere un ojo crítico y una oreja discerniente. Aquí algunas pautas para navegar estas aguas con precaución:
- Profundidad sobre Popularidad: no te dejes llevar por el número de seguidores o likes. Busca influencers que ofrezcan reflexiones profundas y bien fundamentadas, no solo aquellos que repiten consignas populares sin análisis crítico.
- Diálogo Auténtico: observa si el influencer está dispuesto a entablar diálogos constructivos con sus seguidores y otros pensadores, o si simplemente se queda en la superficie con respuestas prefabricadas.
- Transparencia: un verdadero pensador es transparente sobre sus intenciones, las fuentes de su información y está dispuesto a admitir y corregir errores.
- Diversidad de Perspectivas: busca influencers que explore diferentes puntos de vista y no se encierre en una sola narrativa. La diversidad en el discurso refleja una mente abierta y una voluntad de explorar la verdad desde múltiples ángulos.
- Educación Continua: un influencer que valora el conocimiento estará en una búsqueda constante de aprendizaje y crecimiento personal. Observa si comparten recursos educativos, libros o experiencias que les hayan desafiado y ayudado a evolucionar.
- Valor Agregado: pregunta, ¿qué valor está aportando este influencer a mi comprensión del mundo? Si la respuesta es poco o nada, tal vez sea el momento de buscar mentes más enriquecedoras a quienes seguir.
El discernimiento en la elección de a quién seguir en la esfera digital puede ayudar a cultivar un ambiente en línea más enriquecedor y a fomentar un discurso más profundo y significativo.