Nevado del Ruiz: la profecía de Herveo

Este relato es una obra de ficción basada en hechos reales. Aunque los sucesos y los personajes pueden estar inspirados en hechos reales, este relato no debe tomarse como una narración completamente exacta de los mismos. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia.

La Profecía de Herveo

En una tierra donde las montañas son altas, la tierra inquieta y las tragedias latentes, se escuchó una profecía de una gran montaña conocida como Nevado del Ruiz. La montaña había estado en erupción durante miles de años, y su poder era conocido por todos los que vivían cerca, ya que el último crimen cometido ahí fue en 1985: Armero.

La profecía advertía de una época en la que la montaña despertaría de nuevo, y las señales serían inconfundibles. La tierra temblaría y la montaña retumbaría con furia. El cielo se oscurecería y el aire se llenaría de humo y ceniza.

Durante muchos años, el pueblo observó la montaña con ojos cautelosos, esperando el día en que se cumpliera la profecía. Sabían que la montaña era peligrosa y vivían en constante temor de su poder.

En los años siguientes, la montaña siguió entrando en erupción, pero la gente se volvió complaciente. Olvidaron la profecía y dejaron de prestar atención a las señales de peligro.

Pero un día, las señales volvieron. El Servicio Geológico Colombiano (SGC) detectó actividad sísmica en la montaña y movimientos de fluidos en el interior de los conductos volcánicos. El SGC advirtió que en los próximos días o semanas podría producirse una erupción de gran magnitud, y que ésta podría ser mayor que cualquiera de las erupciones menores ocurridas en los últimos diez años.

La gente se llenó de miedo y pánico, pues sabían que la profecía se estaba cumpliendo: no querían revivir la tragedia con apellido de futbolista y se prepararon para lo peor… (falta de acción por parte del gobierno nacional).

Y entonces llegó el día. La montaña entró en erupción con gran furia, enviando columnas de humo y cenizas al cielo. La erupción produjo flujos piroclásticos y lahares, flujos de lodo y escombros que sepultaron y destruyeron las ciudades y pueblos cercanos.

Tras la erupción, la gente tuvo que recoger los pedazos, luchando por reconstruir sus hogares y sus vidas. Sabían que la profecía se había cumplido y aprendieron una valiosa lección: permanecer siempre alerta y no olvidar nunca el poder de la gran montaña conocida como Nevado del Ruiz.

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