Medalla de Oro para el equipo del “Curiosity”

El Curiosity (Cortesía de NASA)

El Curiosity

En estas semanas de fiebre “olímpica” hemos podido diferenciar claramente la distancia entre los países desarrollados y el resto del mundo, como Colombia y Argentina, quienes celebramos una medalla como un gran logro reservado solo para unos pocos.

En la cima del medallero olímpico las dos grandes potencias del mundo se pelean cada medalla sin haber todavía un dominador mayúsculo. Pero si las olimpiadas fueran de ciencia, en la categoría de carrera espacial, esta semana los norteamericanos hubiesen establecido un record mundial y olímpico, pues colocaron exitosamente en la superficie de Marte, a 250 millones de kilómetros de la tierra, un increíble robot todoterreno.

Se trata del “Curiosity”, un vehículo de seis ruedas alimentado con batería nuclear que transporta un sofisticado laboratorio robotizado capaz de recoger y analizar muestras geológicas, que pueden darles las claves a los científicos para lograr una futura sostenibilidad de la vida humana en ese planeta.

Pero cómo aterrizar este vehículo del tamaño de un auto pequeño, que contiene instrumentos tan sofisticados que el solo polvo de un aterrizaje “rudo” podría dañarlos? La solución tan ingeniosa como arriesgada se llamó la “grúa espacial”.

Esta es la idea: después de superar con un casco protector la entrada a gran velocidad a la atmósfera marciana, se desprende de la cápsula la “grúa”, una estructura cuadrada llena de coheticos en sus esquinas, que lleva incrustado al Curiosity.

Este “combo” de grúa y carrito desciende de la mano de un gran paracaídas, pero, al tener Marte la atmósfera tan delgada, el sólo paracaídas no es suficiente para llevarlo a tierra de manera segura. Por ello, y faltando unos 1.600 metros para tocar el piso, se activan los cohetes de la grúa, controlando la velocidad de la caída y estabilizando el vehículo; a unos 20 metros del piso se despliega el carrito con unos cables que lo sujetarán hasta que sus seis ruedas toquen suavemente la superficie.

El siguiente video cedido por la NASA, nos muestra una animación del plan de aterrizaje del robot, lo que se consideran los «7 minutos de terror»:

 

 

Todo este plan de aterrizaje se cumplió al pie de la letra en la madrugada del pasado lunes, después de un viaje que comenzó más de 8 meses atrás. Unos 14 minutos después de estar sobre el terreno marciano- el tiempo que le toma a la señal de radio viajar desde tan lejos- llegaban sus primeras imágenes en blanco y negro enviadas por la sonda a la tierra. Los científicos de la misión en California saltaban alegres y victoriosos, como jamaiquinos en los Olímpicos; y no era para menos, pues acababan de ganar la medalla dorada al ingenio, y llevaban al planeta entero, guiados por la NASA, “más lejos, mucho más lejos”. Nada menos que a Marte, el misterioso planeta rojo.

La expectativa de vida del “Curiosity” es de un año marciano, el equivalente más o menos a dos años nuestros. En todo este tiempo estaremos recibiendo, como ya ha comenzado a suceder, imágenes de alta resolución de la superficie de Marte, al lado de reportes completos de las pruebas de laboratorio, que se controlan desde millones de kilómetros de distancia.

Es notable el esfuerzo y el gran logro de la NASA, la agencia espacial norteamericana. Este viaje de exploración, que costó algo más de 2.500 millones de dólares, les devuelve en gran parte el prestigio que proyectos como el del transbordador pusieron en duda.

Las palabras del presidente Obama lo resumen todo: «El exitoso aterrizaje del ‘Curiosity’, el robot más perfeccionado de todos los laboratorios móviles que se ha posado jamás en otro planeta, constituye un logro tecnológico sin predecentes que perdurará como un motivo de orgullo nacional». En otras palabras, medalla de Oro para el equipo técnico del “Curiosity”. Felicitaciones.

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