Del Trol y otras pesadillas del siglo XXI

Por: Cats

El trol o troll, es un personaje de la mitología nórdica que a lo largo de los años ha tenido varias representaciones en la literatura, el arte y la música. La descripción más popular que se ha hecho es aquella que asegura que son seres grandes, feos, gordos, verdes, torpes y de muy mal carácter que vivían debajo de  los puentes alejados en los bosques. Esta representación es muy parecida a la de los ogros de los  cuentos y las historias que escuchábamos de pequeños.

En la actualidad, este mítico personaje migro de los cuentos de hadas al mundo de la web 2.0, y de asustar y perseguir princesas y reyes ahora se dedica a fastidiar e insultar aldeanos de las comunidades de bloguers, columnistas de los medios de comunicación y a sencillos parroquianos del Twitter.

El fenómeno del trol no es nuevo, desde 1990 y desde mucho antes los trol han existido. Seguramente las cartas al editor que llegaban a las revistas y los periódicos estarían llenas de  amenazas, insultos y regaños al diario o a algún periodista o columnista en particular.

Pero ahora esos mensajes que antes sólo se quedaban entre el destinatario y el remitente son de conocimiento público, porque desde la aparición de la web 2.0 todos tenemos derecho a decir y a comentar sobre lo que otros escriben en la web.

Y es que es lógico no estar de acuerdo con todo lo que se publica en internet y lo que se dice en Twitter, hacer comentarios al respecto mostrando una posición contraria parece válido, pues de cierta forma se alimenta el debate frente a un tema en especial, pero en lo que no estoy de acuerdo es en que esos mensajes estén llenos de odio, groserías e insultos que no aportan nada y lo único que propician es malestar.

La gente que hace este tipo de comentarios es la misma que cuando no tiene nada que decir para debatir de manera inteligente, insulta y ataca a los demás pues no conocen lo que es un argumento. Además, son cobardes pues esos comentarios llenos de veneno y mala onda, siempre son el resultado de un usuario con una identidad falsa. No se han dado cuenta que estos mensajes son una nueva forma de violencia que no viene bien en un país como Colombia en el que los índices de intolerancia aumentan cada día.

Soy de la política que reza: “Si no me gusta, no lo leo, no lo veo y no lo escucho” y si me genera alguna reacción que merezca un comentario, trato que mis argumentos hablen por mí y muestren mi posición pero no se me pasa por la cabeza insultar al pobre parroquiano que escribió su opinión en una comunidad en la que todos somos miembros.

Además, no se han dado cuenta que para hacer un comentario en un blog, en una revista o en Twiter, hay que pasar por todo un proceso digno de la burocracia. Hay que inscribirse en la página, poner claves, marcar captcha, revisar el correo para validar que se quiere inscribir en la página y luego de todo eso ya es posible poner su opinión en un cuadrito que a veces tiene un límite de caracteres.

Es por eso que me causa mucha curiosidad la gente que se toma la molestia de pasar por ese proceso tan aburridor para hacer un comentario lleno de veneno e insultos que como ya lo he dicho no aporta absolutamente nada.

Así mismo, dentro de este grupo de usuarios y cibernautas existe otra especie que me genera uno que otro interrogante, y son aquellos que se toman en serio las redes sociales. Cualquier tuit y estado de Facebook son blancos de críticas, correcciones y comentarios al dueño de la cuenta, no sé porque no han entendido que, a no ser que el Twitter sea de una institución pública o empresa privada, las demás cuentas son puro y físico entretenimiento para sus usuarios.

Y es que esos que se toman en serio las redes sociales son los mismos que hace un buen tiempo se olvidaron de la vida real, crearon todo un mundo en la web que los mantiene alejados de la realidad, los convirtió en divos de internet y se creen toda una autoridad o personajes influyentes, como lo reveló la revista Dinero hace poco. No puedo generalizar, pero la mayoría de estos personajes se parecen cada vez más a los gorditos de Wall-E que no tienen contacto con el mundo real, sino que se comunican con él a través de una pantalla.

Así que quiero que quede claro que mi cuenta de Twitter, de Facebook y mi blogcito que con mi blogmate hemos querido llamar  “La Casa” son espacios donde me divierto y hago catarsis y donde los invito cada semana para que se rían con nosotras o de nosotras, pero no para que nos insulten o maltraten verbalmente. Porque no creo que cuando a usted lo invitan a una casa ajena usted desordene, ensucie y desbarate el lugar donde lo han invitado a pasar un buen rato, o ¿si?

Es por eso que si no tiene nada bueno qué decir ahórrese el comentario, a menos que tenga argumentos serios y válidos que no ofendan a nadie; sus groserías, insultos y mala vibra no van hacer que dejemos de escribir, por el contrario, nos impulsan a seguir haciéndolo, ah y mucho menos espere que le contestemos porque somos de la política: A palabras necias oídos sordos.

Y un consejo: si no le gusta: no lo lea y sea feliz.

Comentarios

1 comentario

    • carito el 25 septiembre, 2012 a las 11:30
    • Responder

    buen blog como 100pre las felicito

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.