Nos acabamos de enterar de la muerte de Steve Jobs. Se fue una persona visionaria, que siempre caminó varios pasos adelante de todos los demás, incluso en el más competido y avanzado de los negocios: el de la Tecnología.
A veces aparecen estos genios que parecen salidos del futuro. Lo curioso es que no los escuchamos sino hasta que vemos los frutos de su cerebro avanzado y nos maravillamos ante su simplicidad; entonces nos preguntamos, porqué alguien mas no lo había inventado antes si era lo lógico por hacer?
Para confirmar su genio adelantado, basta con mirar algunas de sus «locuras»: el Mac, un computador que utilizaba un mouse, una interfaz gráfica cuando todos los demás computadores utilizaban solo texto. Un computador todo en uno, años antes de sus rivales. iTunes: Una tienda de música en la que se compran las canciones individualmente, a dólar por canción, en vez de comprar todo el album, y se descarga y escucha inmediatamente. El iPod: un aparatito para llevar toda nuestra música a todos lados, para nunca más estar solos.
Y finalmente, el ipad, en donde curiosamente hoy escribimos su obituario, que eliminó los teclados y los ratones de un trazo, y colocó en un paquete extraordinario de 9 pulgadas, la oficina moderna basada en la nube de Internet, y que hoy, casi año y medio después de su salida, está aún lejos de sus imitadores.
Eso es ser visionario. Hay muchas cosas que se pueden adquirir, pero la visión no es una de ellas. Se nace con ella y se lucha toda la vida por convencer a los demás, que vivimos en el tiempo real, que lo se predice del futuro es cierto.
Maestro de la simplicidad, del diseño elegante y ergonómico, perfeccionista a morir, Mr. Jobs pudo cambiar una compañía moribunda en la más valiosa del mundo. A punta de ideas, de productos que cambiaron definitivamente nuestra forma de trabajar, de descansar, de compartir, y que nos sumergieron de verdad en el siglo 21, aquel que veíamos en las películas de ciencia ficción del pasado.
En 56 años dejó una herencia muy fuerte y particular para el mundo entero: millones de sus productos se utilizan a diario en todos los rincones del planeta.
Es triste saber que con su muerte se quedaron muchos productos más por inventar. Nos quedamos a mitad de camino para adivinar qué seguiría después del iPad o del IPhone. Cuantos productos más que envisionó en vida eran demasiado adelantados y no se pudieron construir todavía?
Nos quedó faltando en resumen, completar la famosa frase que utilizaba en sus presentaciones fascinantes: «one more thing…» (Una cosa más).
El cáncer de páncreas lo silenció por completo. Descanse en paz, Mister Jobs…