El capitán Chesly Sullenberger logra salvar de la muerte a los 155 pasajeros del vuelo 1549 después de que su avión perdiera los dos motores en una colisión con una bandada de pájaros, sin embargo la comisión que investiga el accidente pone en duda la decisión que tomó el piloto de acuatizar en el río Hudson pues los simuladores de vuelo indicaron posteriormente que podía haber llegado a alguna de las dos pistas alternas que le propuso el controlador de vuelo ¿Hizo lo correcto el capitán o tienen razón los investigadores del sindicato y las compañías de seguros preocupados por la pérdida del avión?
La premisa de la película «Sully» dirigida por Clint Eastwood es interesante pues para muchos de nosotros no había duda de lo excepcional que había sido la maniobra del Capitán Sullenberger, pero los cuestionamientos de los ingenieros investigadores logran hacernos dudar sobre el heroísmo del hombre que logró un acuatizaje sin precedentes en la historia de la aviación mundial.
Esta es una película de un hecho real vivido en enero del año 2009,que hoy más que nunca se nos hace vigente pues aún no nos recuperamos de la tragedia aérea que cobró la vida de 71 pasajeros, entre ellos los integrantes del equipo de fútbol Chapecoense de Brasil que venían a Colombia a disputar la final de la Copa Sudamericana.
La diferencia está en que Sully, como le dicen al piloto de la US Airways, logró sacar a flote esta emergencia mientras que el de la aerolínea boliviana LaMia no.
En charla con el maestro Álvaro Serrano el compositor santandereano recordó que la industria musical sufrió un retroceso cuando llegaron los «tecnócratas» a liderarla en los años 80 pues sólo hablaban de estadísticas y gráficas en donde no se podían medir la creatividad, el arte y la experiencia.
Recordé esa reflexión de Álvaro mientras veía la historia cinematográfica, porque las explicaciones del experimentado piloto para tomar la decisión de no regresar al aeropuerto La Guardia de Nueva York, estaban basadas en lo que sintió, en lo que olió, en lo que calculó rápidamente a simple vista guiado por su sentido común.
Muchas de esas razones por supuesto no cabían en las tablas de cálculo de los investigadores de la National Transportation Safety Board NTSB, la agencia federal estadounidense encargada de los accidentes de tránsito. Si este piloto de 40 años de experiencia conocía los aparatos y los cálculos ¿Por qué no acató las indicaciones de la torre de control?
En la tragedia del Chapecoense las investigaciones apuntan a la falta de combustible de reserva como la más probable causa del fatal accidente lo que implicaría directamente al piloto, la cuestión es que él no sobrevivió para contarnos su versión y Sullenberger si.
Mirando un poco más allá de la ventanilla del avión lo que veo es que todos los días nuestras vidas dependen de otras personas, de la calidad de su trabajo, de su compromiso ético, de la sabiduría que tengan y del profesionalismo con que lo hagan: el conductor de transporte público, el celador del conjunto, nosotros mismos cuando conducimos un carro y llevamos a la familia, en fin.
Es una cuestión de conocimiento y responsabilidad pero igualmente de conciencia o sentido común como decía en un párrafo anterior: varias veces he presenciado la ira de viajeros que protestan ante la persona que atiende en las aerolíneas porque su vuelo está demorado, sin importarles si las razones son climáticas o fallas técnicas de la aeronave.
¿Acaso no es preferible perder unos minutos ante razones de seguridad que arriesgar la vida por llegar a una hora determinada?
La gracia de los guiones basados en hechos reales es que mantengan la expectativa en alguno de los aspectos poco conocidos de la noticias o que nos sorprendan con un punto de vista diferente y ahí está la clave en la trama de Sully al fijarse en las cuestiones legales y éticas implícitas en las decisiones que afectan a muchas vidas, en lo que significa el deber, en lo frágil que es la vida.
La película muestra poco a poco lo sucedido dentro de la cabina del avión con efectos visuales verosímiles mientras se desarrolla la investigación en el presente. Eastwood no abusa del espectáculo morboso que podría proporcionar la angustia de los pasajeros y aunque hay movimiento y puntos de vista diferentes al tratarse de un accidente de aviación, la verdadera acción, la reflexiones y el drama ocurren en la mente de Chesley Sullenberger.
Tom Hanks como Sully
En una de las tantas entrevistas que tuvo que dar le preguntaron si había rezado y él respondió sinceramente que no: «Estaba concentrado tratando de salvar la situación»
«No hay un juez más implacable que el mismo» dice la blogera Raquel Hernández y eso le da un elemento de humanidad amplio al personaje, un hombre común que no sólo se enfrenta y sale victorioso de una muy probable catástrofe sino que le toca enfrentarse a una jauría de burócratas más peligrosos que el mismo acuatizaje que realizó.
A Clint Eastwood lo critican por su notorio patriotismo de republicano, pero en este caso pienso que Sully va más allá del héroe americano que salva al mundo a punta de bala, esta vez el protagónico está armado de juicio y valor.
2 comentarios
Muy buena peli… realista, no exageran la secuencia del acuatizaje, la muestran tal como sucedio. Raro esto si tenemos en cuenta que Hollywood exagara todo para vender mas.
Hermosa historia maravilloso hombre