Para los que seguimos con admiración, a veces ‘irracional’ la carrera de Woody Allen, ir al estreno de su película anual se ha convertido en un ritual. En mi caso, porque así sea una historia sin trascendencia o una obra maestra, siempre encuentro un dilema ético o moral por resolver, así esté camuflado en su particular estilo de comedia. Hombre Irracional (2015) su más reciente producción no es la excepción.
El octogenario director neoyorquino nos lanza a la cara en esta oportunidad el desasosiego de un profesor de filosofía que al promediar los cuarenta años siente que nada en su vida tiene sentido: que lo que enseña no va a calar en sus estudiantes promedio, que lo que escribe no es lo suficientemente profundo, que así su aire atormentado le imprima un atractivo sexual y se acueste con mujeres de diferentes edades ninguna logrará encender la chispa de su imaginación.
Quienes hemos pasado por esa crisis de la mediana edad sabemos perfectamente que siente Abe Lucas, el profesor de filosofía interpretado por Joaquín Phoenix. Es una inconformidad con los años acumulados que lleva a algunos a comprar objetos costosos o juveniles, a otros a cambiar de trabajo buscando libertad y a unos más a empezar una nueva vida desde cero para intentar frenar el paso del tiempo.
Los analistas la definen como Angustia existencial. En términos coloquiales ‘nos vamos a morir y no hemos hecho mayor cosa’ llegamos a la mitad de una vida regular y toca recordar su sabor, como si tuviéramos veinte. Lucas encontrará otra motivación menos convencional pero momentáneamente efectiva.
El mismo Woody la ha padecido en varios momentos de su vida, como cuando se enamoró de Soon Yi Previn, la hija adoptiva de su pareja de ese entonces, Mia Farrow.
Farrow protagonizó 10 de sus películas y compartió edificio con Allen pero no se casaron ni vivieron en el mismo apartamento, de por si su vida como pareja se tornó «angustiante y conflictiva por la compulsiva e irracional manía que tenía Mia de adoptar hijos sin saber qué hacer con ellos», dijo el repudiado Woody a la revista Marie Claire seis años después de su abrupto rompimiento.
10 fueron en total los niños adoptados por Mia Farrow que sumados a los 3 suyos producto de su matrimonio con André Previn y uno con Woody dan la no despreciable suma de 14.
Como le suele suceder a sus personajes envueltos en situaciones que desafían la cordura, Woody de 53 y una de las hijas mayores de la actriz, Soon Yi de 23 años, se fueron a vivir juntos.
A diferencia de Abe Lucas, Woody tomó una decisión que no era ilegal, pero si un reto moral.
Si entendemos la moral como esos condicionamientos que se imponen desde fuera del individuo para controlarlo, nuestro pequeño neurótico la quebró toda, pero si nos acogemos a la ética, como las decisiones que tomamos a partir de lo que consideramos ‘el deber ser’ pienso que hizo lo correcto… para él.
Sus 23 años de feliz convivencia con la asiática y sus dos pequeñas hijas le dan la razón.
Incluyo este momento de la vida del director porque es casi imposible encontrar personajes protagónicos en sus historias que no tengan rasgos de su personalidad o situaciones que no sean parte de sus experiencias.
En Hombre Irracional, Abe Lucas comienza a tener desafíos morales, éticos y legales a partir del momento en que encuentra la señal que esperaba. Pero no es una para responder ¿para qué estamos en este planeta o cuál es nuestro destino o quién nos creo? Abe se decide por un peligroso reto altamente motivador, incluso más radical que el de Woody.
No esperen cambios en la forma de contar esta historia, pues a su edad Woody Allen no los va a hacer: hay Jazz como música incidental, los créditos van al comienzo en fondo negro con el mismo tipo de letra que ha usado desde hace 50 años, encontramos personajes intelectuales, inconformes, neuróticos, enredados en conflictos de pareja y como es su costumbre su musa del momento es la actriz principal, en las dos últimas Emma Stone.
A diferencia de Hechizo bajo la luz de la luna (2014) que decepcionó a la crítica, pienso que su más reciente película tendrá una mejor recepción, pues sin importar lo lenta que pueda parecer al inicio, su trama se va volviendo interesante al darnos cuenta que no se trata de una comedia romántica sino de un entretenido thriller el cual no imaginamos cómo va a terminar.
Lo que si pueden esperar quienes no conocen a Woody, es una buena dosis de ironía existencial mezclada con un poco de humor y su natural narcisismo, así lo haya desmentido ficticiamente en su película Stardust Memories (1980) donde se interpreta con otro nombre:
– ¿Es verdad que usted es narcisista? le pregunta una seguidora de su cinematogrfía y él con su típico nerviosismo responde:
– Oh no, no, no me considero narcisista porque aparezca en mis películas, si quieren compararme con algún personaje de la mitología griega prefiero que lo hagan con… ZEUS.