Miles de niños en zonas marginadas de Colombia sufren graves enfermedades o mueren a causa de tomar agua contaminada o sin purificar ¿cómo se deben llamar a los funcionarios públicos que por negligencia no le hacen el tratamiento debido? Héctor Abad Gómez los llamaba, asesinos.
Por lo general, cuando leemos un libro nos hacemos una imagen tanto de los personajes como de las situaciones allí descritas, posteriormente, cuando vemos la versión cinematográfica decimos que era mejor el libro. Con el documental, Carta a una sombra, basado en el libro, El olvido que seremos, no pasa eso, en parte por la fuerza emotiva de los testimonios de la familia Abad Faciolince, que vivía despreocupada por la forma de pensar del patriarca sin dimensionar el impacto de lo que decía en esta sociedad extremista.
Los archivos sonoros que consiguieron Daniela Abad, nieta del protagonista, y su compañero de dirección Miguel Salazar para recrear apartes del texto escrito por Héctor Abad Faciolince son contundentes, allí no hay espacio para la ficción: las transmisiones de radio donde lo atacan y tildan de corromper a los jóvenes estudiantes, nos indignan y su cariñosa voz rescatada de los casetes que él enviaba desde los diferentes lugares del mundo donde iba a dar conferencias o prestar asesoría en políticas de salud pública, nos conmueven.
Rescatar sus cartas habladas fue fundamental para hacernos una idea del personaje central de esta ópera prima que ya habíamos conocido a través de los recuerdos y reflexiones en el premiado libro, pero no lo habíamos escuchado o visto como lo vemos acá de viva voz: un ciudadano que disfruta su vida y procura el bienestar de la de los demás desde su profesión, muy tranquilo para ser un revolucionario de izquierda como lo querían hacer ver y muy libre pensador para ser de derecha.
Este médico y profesor antioqueño se preocupó porque los nuevos doctores se enfocaran en prevenir las enfermedades básicas, especialmente las generadas por las impurezas del agua, «es la mejor forma de salvar más vidas» decía constantemente.
Sin embargo, la falta de un testimonio cuestionador o antagónico en algún momento de la historia hace que Abad Gómez se sienta puro, amoroso y analítico lo que podría ser considerado por la crítica como una falencia: sólo da sus impresiones una persona diferente a la familia, el ex magistrado y ex candidato presidencial Carlos Gavíria con quien compartieron clases en la Universidad de Antioquia, pero se entiende que es una forma de exorcizar demonios porque esta es una obra íntima que logra tocar la fibra de los espectadores, nos hace reír por momentos, indignarnos con la negligencia estatal y llorar por supuesto con el fatal desenlace.
La diferencia de Carta a una sombra, con algunos documentales que denuncian crímenes de Estado o de grupos al margen de la ley, es precisamente que este no busca desenmascarar a nadie, ni hacer una investigación de la violencia en Colombia, que por lo general son trabajos de gran profundidad y compromiso con la verdad, pero demasiado adustos para presentarse al público de sala de cine.
Después de leer, El Olvido que seremos, de su hijo Héctor Abad Faciolince y ver el documental de su nieta Daniela Abad, valoro el esfuerzo de ellos por combatir con productos artísticos, el dolor, la impotencia y la brutalidad de un sector de la sociedad colombiana que ve en la violencia la mejor manera de resolver los problemas.
En la actualidad el Gobierno Nacional intenta solucionar pacíficamente el conflicto guerrillero que tiene el país desde hace 60 años, el cual ha dejado miles de muertos, de familias afectadas, de víctimas que tienen que seguir viviendo con el peso del recuerdo y con las dificultades del estigma social. Pero para ello hay que trabajar en las causas de las violencias: es decir, la inequidad, la corrupción, la falta de cultura ciudadana, el irrespeto a las diferencias y a los derechos humanos, asuntos que le interesaron a Héctor Abad Gómez y que le costaron la vida.
Los que leemos periódicos, internet, escuchamos o vemos noticias, no alcanzamos a dimensionar lo que significa el asesinato de una sola persona, porque no se abre espacio para hablar de lo que le gustaba a ese ser: sus amores, sus odios, sus caprichos, sus viajes, sus alegrías, sus cercanos, sus conocimientos, sus experiencias.
Cada persona es un complejo entramado de relaciones, de tal manera que cuando se trunca una vida es un mundo entero el que se pierde.Carta a una sombra, es un intento porque ese mundo vital de Héctor Abad Gómez no quede atrapado en la amnesia colectiva.