Antes de ver «Intensamente» la película animada de Disney – Pixar, estaba convencido que entendía el comportamiento de los niños y que sabía cómo tratar sus emociones, pero después de verla me doy cuenta que no.
Y no es que uno sea mala clase, es que no nos enseñan a comprender el comportamiento humano en la escuela, ni en la casa, de tal manera que como adultos solemos ver en blanco y negro el colorido proceso de formación de personalidad de nuestros hijos, es decir: poca inteligencia emocional.
Tampoco es que los niños sean caprichosos, es que sus emociones están en estado puro y al pasar los 10 comienzan a buscar el equilibrio necesario para llegar a la madurez, aunque primero hay que pasar por la convulsionada pubertad, eso también lo entendí con la película.
En Intensamente Disney deja a un lado las canciones y se mete en el cerebro de Riley, una niña de 12 años que no está a gusto con la nueva ciudad, donde por cuestiones laborales se mudaron sus padres, pues no la siente suya y para completar la asalta el temor de que su mundo se empieza a derrumbar.
La gracia está en que la historia no es sólo externa, también sucede una gran aventura al interior de la pequeña donde conviven las cinco emociones que nos rigen a todos: Alegría, Tristeza, Temor, Rabia y Desagrado, lo que justifica de una manera entretenida su comportamiento.
Los antiguos amigos de Riley ya no están, ni sus lugares conocidos, ni sus actividades preferidas, ni su casa donde era la dueña y princesa, eso no es poca cosa, ¡es un cambio de mundo! Por eso actúa irascible y temerosa, pero la sencilla mente de su papá, que es la misma de nosotros los adultos que tenemos hijos en esa edad, no es capaz de procesar como trascendental esa tristeza e impotencia de su hija y la asimila como un berrinche inmaduro.
Es cuando el señor Furia toma el control del pequeño cerebro paterno.
Los sicólogos y siquiatras podrían ver en esta película una recreación animada y graciosa de lo que sucedería en nuestra mente si nuestras emociones fueran pequeñas personitas que se rigieran por un sentido del deber para proteger a su humano.
No pienso que sea para un público muy infantil pero tampoco es una película sobre neurociencia exclusiva para profesionales en estas áreas de la mente, es para aquellos padres e hijos pre adolescentes que quieran un ´psicoanálisis´ por diez mil pesos, más lo que cueste la crispeta claro está.
Afortunadamente la vi en el momento justo para entender por qué en determinados momentos nos rige el rojo señor Furia o en otras el delgado señor Temor, en otras la bien peinada señorita Desagrado y en muchas nuestras dos inseparables compañeras, aparentemente opuestas y a la vez complementarias en su dosis justa, la luminosa Alegría y la azul Tristeza.
Todo en la vida se define en un delicado balance y la película realizada por Pixar y distribuida por Disney logra ese equilibrio tanto por su temática como por su forma. Es destacable como pasamos por la Memoria a largo plazo que es un complejo de edificios, por el impredecible Subconsciente parecido a una una cárcel, por la creación de Pensamientos que van en tren, por el abstraccionismo de los Sueños, similares a las pinturas de Dali y por el Olvido que es un abismo oscuro, todo esto sin que se convierta en una aburrida clase de psicología.
Inside Out, es su título original en inglés y desde ahí ya nos da una pista de lo que será esta maravilla artística que intenta explicar el comportamiento humano con toques científicos y la magia que da la imaginación.
Pete Docter el director y guionista ya demostró que es un experto en combinar emociones y narrativa cinematográfica, lo hizo con la nostálgica «Up» en la que un abuelo literalmente vuela por cumplir un viejo sueño, con la futurista «Wall – E» donde motiva una conciencia ecológica a partir del ´corazón´ de una pequeña máquina recolectora de basura, «Bichos» donde una pequeña hormiga logra grandes transformaciones y con las dos primeras de la galardonada «Toy Story» donde la envidia entre los juguetes favoritos de Andy generan una aventura épica, todo un genio para crear personajes entrañables y aventuras que van más allá de lo físico.
Con la película de Disney Pixar «Intensamente» confirmo una vez más que el cine que vale la pena te entretiene, te da un gusto estético y te deja pensando, en mi caso, sobre entender las inquietudes que pasan por la cabeza de mi hijo de 12 años a quien le ofrezco disculpas por confundir sus emociones ante los cambios que hemos vivido en los últimos meses.
No sé si sea lo más conveniente hacerlo a través de este post, pero siempre he considerado que el cine además de un goce artístico nos puede transformar en seres más abiertos al conocimiento, a los cambios sociales, a las experiencias individuales, a aceptar las diferencias y por su puesto a entender lo que pasa al interior de las personas. Si una película logra todo eso estaríamos ante una obra de arte y ante la posibilidad de una sociedad mejor.