Que en el ejercicio de la política se puedan presentar, intrigas, promesas, mentiras, chantajes, secretos, conspiraciones, intereses personales, traiciones, sexo y hasta asesinatos no es raro, lo que si me sorprende es que se muestren de una manera tan atractiva en una serie dramatizada que está dando de qué hablar en el mundo entero, House of Cards.
La serie nos muestra el ascenso en la carrera política del congresista demócrata Frank Underwood y su esposa Claire quienes pasan por encima de quien sea para lograr sus metas, sin importar si son opositores o aliados, jueces o amigos.
Después de devorar las tres temporadas que lleva, siento que no puedo volver a ver las noticias políticas sin asumir que detrás hubo algo torcido que se tejió hasta conformar una red que llevó a ese resultado.
Y no es que no lo supiera o intuyera, es que en House of Cards se muestran los pormenores, es decir, lo que pasa al interior de las habitaciones, lo que pasa por la mente de los políticos o lo que sucede cuando se sinceran por efectos del licor, un alucinógeno o por una o un amante.
Las frases que Frank Underwood lanza a la cámara son uno de los atractivos de House of cards
También podría decir que ha sido una oportunidad bien bonita para fortalecer mi formación ciudadana. Con House of Cards estoy aprendiendo que para los ambiciosos es más importante abarcar poder que acumular riquezas, como diría el mismo senador «es mejor dominar almas», lo que los hace aun más complejos y peligrosos.
Este tipo de reflexiones no es algo que se deduzcan simplemente, el mismo Frank Underwood ayuda cuando después de afrontar una crisis o de hacer un acuerdo o de tomar una decisión mira a la pantalla y con sarcasmo pero con sinceridad cuenta en voz alta lo que está pensando, ahí es cuando me río por su cinismo y hasta me solidarizo con él pero luego pienso que esas actitudes podrían no ser sólo cuestión de un personaje de ficción sino que probablemente sea una constante en esa actividad y ahí es cuando me preocupo.
Si bien me divierte la personalidad del senador Underwood y la clase con la que su hermosa esposa Claire maneja los hilos que su marido no puede controlar, no dejo de pensar que perfectamente nuestros políticos podrían ser los protagonistas de esta serie:
Claire Underwood interpretada por Robin Wright
Un capítulo podría ser sobre las mentiras que tuvo que decir Juan Manuel Santos para hacer que un personaje tan astuto como Uribe lo nombrara su candidato en la primera campaña a la presidencia. Una temporada completa podría tener como eje central la forma de hackear los correos del gobierno desde la campaña del candidato del Centro Democrático Oscar Zuluaga y como sacrificar al operario.
No se salvan ni los periodistas ni los jueces… ni en la serie ni en Colombia. Hay periodistas que se benefician con la información que les pasan algunos funcionarios del gobierno pero no se dan cuenta que en realidad son utilizados, estoy hablando de la serie. Hay jueces que cobran millonarias sumas por pasar una tutela… estoy hablando de Colombia.
Los temas que planteo los vemos en House of cards, no es mentira, hay complots para asesinar políticos, relaciones personales sacrificadas, promesas sin cumplir, componendas para escalar como candidato o para sacar de carrera a un contendor, espionaje digital que acá llamamos «chuzadas», el contexto es el que cambia, Congreso de los Estados Unidos de América, las altas cortes de justicia de ellos y La Casa Blanca.
Es tan encantadora y «encarretadora» esta serie que me pasó algo curioso bordeando la mitad de la tercera temporada cuando Claire, visiblemente afectada por un suceso, da un discurso delante del presidente Ruso… después de unas palabras políticamente correctas se queda pensando un rato y los espectadores tememos que diga la verdad, que haga quedar mal al presidente Ruso y por consiguiente afecte los intereses de su esposo.
Lo correcto es que yo haga fuerza para que los Underwood fallen y se caigan pues no son un modelo a seguir pero no, al contrario, le digo en voz alta a Claire que se contenga que nos permita seguir viéndolos ascender con sus triquiñuelas, con su manipulación, con su encanto, con la forma en que pisotean la ley.
Estoy ante un caso de pasión por el protagonista así sea un villano y pienso ¿no será lo mismo que nos pasa cuando elegimos a nuestros representantes, cuando nos dejamos llevar por la apariencia mediática?
La pregunta que varios me han hecho, después de escucharme hablar con entusiasmo, es ¿Por cuál canal de TV la transmiten? la respuesta es: por ninguno, House of Cards no está realizada para televisión sino para internet. El portal de películas por suscripción Netflix se decidió a producir series originales de alta calidad temática y narrativa como ésta, con David Fincher ( Gone girl, El club de la pelea, La red social) como productor general y con varios directores invitados por temporada entre los que se destacó Joel Schumacher (El fantasma de la ópera, Batman forever).
El reparto también es de lujo iniciando por sus protagonistas, dos actores consagrados como Kevin Spacey y Robin Wright, recordado el primero por la película ganadora del Oscar, Belleza Americana, y la segunda por ser Jenny la enamorada de Forrest Gump, con los cuales está atrayendo espectadores, ganando premios, clientes, patrocinadores, cambiando la forma en que vemos televisión pues ya no tenemos que esperar a un horario fijo sino que podemos verla a la hora que nos convenga, sin propagandas y lo que me parece más importante nos están poniendo a pensar.